El Día del Guardaparque Provincial se conmemora hoy en honor al fallecimiento de Horacio Foerster, en 1996. En ese marco, “siento que hay mucho para reflexionar y poco para celebrar”, dijo a PRIMERA EDICIÓN el guardaparque Diego Ciarmello, convocado para reflexionar sobre el rol, la situación actual y los desafíos de la profesión.
“El monte se va de a poco y lejos estamos de ganar la batalla contra la destrucción de la selva. El sueño de muchos guardaparques y ambientalistas que lucharon por preservar la selva para las próximas generaciones todavía está muy lejos. El cambio climático, los incendios forestales, las inundaciones y desastres ‘naturales’ parecen no alcanzar para despertar verdadera conciencia de que necesitamos un fuerte cambio de timón si queremos cambiar esta realidad”, pidió el ambientalista.
“En este contexto, los guardaparques misioneros, somos la primera línea frente a los delitos ambientales que cada día se agravan más y más, como la caza furtiva, el robo de madera nativa, los desmontes ilegales, el tráfico de fauna, y el impacto de prácticas destructivas que permanecen enquistadas en la sociedad y parecen no querer detenerse”, graficó.
En sintonía con él, Santiago Belliti, quien actualmente cumple funciones en el Parque Provincial de las Sierras, sostuvo que “ser guardaparque provincial es un hermoso y complicado oficio, donde las ‘realidades’ cotidianas van marcando el rumbo de la actividad, ya sea asistir a un visitante o salir a rastrear un cazador furtivo, timonear una embarcación retirando redes del río, correr a controlar un incendio forestal, vigilar los rumbos del límite del parque previniendo intrusos”, enumeró sobre su día a día.
“Tampoco falta el ‘personaje importante’ que pretende avasallar las normas establecidas, al que hay que sofrenar”, señaló dejando entrever un hecho que cada tanto es noticia porque involucra a algún poderoso o amigo del poder involucrado en tala indiscriminada o caza furtiva.
Prosiguió Belliti: “Si por ahí la cosa está tranquila, toca agarrar la motoguadaña y despejar los senderos, arreglar los carteles y otras menudencias. Cuando cae la noche, es inevitable pensar en los seres queridos a la distancia rogando que estén bien. Pero al sentir la dicha de estar inmerso en la calma que nos brinda la naturaleza, con sus múltiples sonidos, su frescura vegetal, sus misterios, nos anima a emprender la próxima jornada con energías renovadas”.
Después de cumplir tareas durante casi diez años en el Parque Provincial Moconá, y actualmente en el Parque de las Sierras, Belliti habló con este Diario después de haber trabajado duramente con su compañero para abrir una picada de vigilancia de tres kilómetros.
Instituciones precarizadas
Durante la charla, Diego Ciarmello se refirió al complejo contexto actual, donde la deforestación, el cambio climático y el descuido de los bienes naturales juegan un papel central para la pérdida de los recursos.
“Frente a este escenario se crearon en los últimos años nuevas instituciones de gobierno dedicadas a la gestión de nuestros bienes naturales; el Instituto Misionero de Biodiversidad (IMBIO) hace unos años y recientemente la Secretaría de Estado de Cambio Climático, hecho muy aplaudido por tratarse del primero en Latinoamérica”, destacó.
“No son hechos en principio criticables, por el contrario, pero lamentablemente la creación de nuevas instituciones se presenta en el contexto de viejas instituciones precarizadas, como el Ministerio de Ecología y su cuerpo de Guardaparques que, a décadas de su creación, seguimos exigiendo el Estatuto del Cuerpo de Guardaparques y la Ventana Jubilatoria (Ley de Reivindicación Histórica para los baqueanos guardaparques)”, planteó Ciarmello.
“Exigimos además la jerarquización de nuestro Ministerio de Ecología, que parece ser testigo de su propia extinción de hecho y del nacimiento de nuevos ministerios, como un Estado que no termina nunca de fortalecer su propia génesis y navega sobre lo nuevo y lo ‘viejo’, solapándose, mareado. Enredo que esperemos no tenga por víctima principal a la selva misionera”, deseó.
El porqué de la fecha
En 1996, el guardaparque Horacio Foerster, junto a Alejandro Serret (por entonces director de Conservación de la Fundación Vida Silvestre Argentina) y Andrés “el Gringo” Johnson (guardaparque de la Reserva de vida silvestre Urugua-í), navegaban el río Uruguay cerca de los saltos del Moconá realizando un monitoreo de biodiversidad.
La fatalidad y la fuerza del Uruguay se llevaron físicamente a Horacio al intentar rescatar a un grupo de turistas, pero su legado de compromiso y abnegación persiste en los actuales guardaparques misioneros.