Florecer exige pasar por todas las estaciones. Al ir viviendo nos damos cuenta que todos los días son diferentes, generalmente queremos que nuestra vida sea calma sin complicaciones, buscamos de alguna forma que todo esté ordenado acomodado y sea seguro.
Pero la vida es todo lo contrario, vamos caminando en ella y nunca sabemos que pasará, a veces planificamos algo y sale algo totalmente diferente, eso hace que la vida sea bella e inesperada.
Florecer en la vida exige que pasemos por todas las situaciones, nos guste o no. Yo entiendo lo que es no querer sentir el dolor de la pérdida de un ser querido, me sucedió. Pero lo cierto es que eso que no queremos sentir forma parte de la vida.
Hoy nos toca ser hijos y despedir a nuestros padres, después nos tocará que nos despidan. Pensarlo nos hace ser conscientes del paso del tiempo, del paso de la vida y que como dice en Eclesiastés.
“Hay tiempo para todo lo que se hace bajo el sol, tiempo de nacer, tiempo de morir, tiempo de plantar, tiempo para cosechar, tiempo de destruir, tiempo de reedificar, tiempo de llorar y tiempo de reír”.
Florecer requiere transitar etapas de introspección donde nos encontramos con todo lo que hemos vivido y que a veces pocos queremos transitar.
Mientras tanto podemos reír cuando se puede, aceptar que no manejamos nada y dejar de resistir al proceso de la vida que es perfecto aunque no lo entendamos ahora.
Hoy les traigo un ejercicio que yo uso para soltar: vamos a observar cómo sentimos el diafragma, si está rígido, contraído, lentamente iremos respirando, inhalando, exhalando y de a poco ir relajando el cuerpo.
Cuando inhalamos pensamos en la palabra abrir y abrimos el pecho para respirar, al exhalar suelto todo el peso del cuerpo al apoyo donde estoy sentado y entrego todo lo que estoy sintiendo en este momento, ¡me rindo a lo que hay!
Florecer requiere abrirse. Si la flor no se abre no florece, no puede mostrar su belleza. Florecer es abrirse a la vida, a aceptar que no sabemos nada, florecer es confiar en el proceso de la vida, florecer es saber que todo pasa, todo es tan efímero que para qué angustiarse.