“Amarse a uno mismo es el comienzo de un romance para toda la vida”, Oscar Wilde. Son palabras del señor Wilde, pero podría decírtelas cualquier persona que ya sabe, que ya conoce, la base de las relaciones saludables.
Y es que hay una cosa que solemos dejar a un lado cuando comenzamos una relación (sea del tipo que sea): ámate a ti primero; enamórate de ti para poder aprender a amar.
¿Eres tu peor enemigo? Estoy convencido de que muchas veces te has desvalorizado y que algunas te has desmerecido de todo lo que has conseguido hasta ahora.
Aunque no lo enseñan en las escuelas, el primer y verdadero amor de todas las personas debería ser el amor por uno mismo. Es la base de la estabilidad emocional que muchos anhelan porque “nadie puede dar de lo que no tiene”.
El amor propio es importante para vivir bien. Influye en la forma en que nos relacionamos con los demás, en la imagen que proyectamos en el trabajo y en el modo en que hacemos frente a los problemas.
Es un estado de aprecio que va surgiendo a medida que hacemos cosas por nosotros mismos. A medida, por ejemplo, que invertimos en nuestro desarrollo psicológico, emocional y espiritual.
«Ámate a ti mismo primero y todo lo demás vendrá a continuación. Realmente tienes que amarte a ti mismo para conseguir hacer algo en este mundo», Lucille Ball.
¿Cómo saber si dejé de ser mi prioridad?
Dejarnos a un lado a nosotros mismos puede ser algo fácil si perdemos la conexión primaria que es la que establecemos con nosotros mismos.
Los seres humanos, a partir de nuestro nacimiento, somos sometidos a un proceso de “domesticación”: desde pequeños comenzamos a recibir una impronta (creencias y experiencias) de nuestro entorno (padre, madre, familia, cultura, religión, escuela, etcétera).
Es ahí donde comienza la primera desconexión de nuestra esencia. Con los años nos encontramos viviendo y tratando de pertenecer y de complacer al entorno para evitar ser rechazados y sentirnos parte de la tribu.
Además, la rutina y las obligaciones nos llevan a vivir en modo “piloto automático”, como autómatas. Así nos vamos dejando en segundo plano y damos importancia a lo que creemos es “imprescindible”.
Existen diferentes señales claras que nos indican cuando dejamos de ser prioridad para nosotros mismos. Si sientes sensación de vacío, un poco perdido/a, no sabes hacia dónde quieres ir o qué camino tomar, no tienes un propósito claro, sientes falta de motivación y apatía.
Si sientes que la vida que llevas no termina de gustarte y te sientes frustrada/o porque no ves resultados positivos y colocas el foco en la vida de los demás, dándole mayor valor, subestimas la tuya. Es muy probable que tengas un exceso de “sí” en tu vida.
“Y déjame decirte, Rosanna”, advierte Ismael Cala en su mensaje personal que lo comparto ahora, que “para poder ofrecer primero tenemos que saber tener. Todos queremos tener relaciones saludables con nuestro entorno, pero no siempre la tenemos con nosotros mismos”.
Debes respetar una regla importante si quieres tener éxito que nos recuerda Paulo Coelho: Nunca te mientas a ti mismo.
Te compartimos algunos tips para trabajar en el amor propio.
Aprendamos a escuchar nuestro cuerpo y mente. Vive con intención. Recordémonos cada vez que podamos que somos suficientes. Analiza las cosas que quisieras cambiar o mejorar en ti. Sanemos cosas del pasado, perdona y agradece. Celebremos los pequeños y grandes logros.