¿Te preocupa tu cuerpo? ¿O sólo cuando funciona mal? Mientras lees este artículo, ¿qué te dice sobre tu bienestar físico, tu nivel de atención, tu digestión y tu psiquis? La salud viene en combo, y para mantenerla influyen muchos factores, como el nutricional, psíquico, social y físico.
Sólo viéndola desde un punto de vista holístico-integral es posible que sea sostenible en el tiempo. Por eso, empezamos a escuchar hablar con más insistencia de la medicina del estilo de vida.
En Estados Unidos tomaron nota de este tema hace más de 15 años, desde cuando existe el American College of Lifestyle Medicine, que surgió con el fin de reducir, mejorar, prevenir y revertir las enfermedades crónicas no transmisibles.
Esta entidad busca que la medicina del estilo de vida sea una especialidad clínica acreditada y que se imparta como parte del programa formativo de todos los médicos.
No se limita a prescribir medicamentos, también al ejercicio y nutrición, entendiendo que es la suma de esos factores lo que puede curar al paciente.
Por eso es necesario que la medicina del estilo de vida se estudie, para que el profesional que te recomienda todo este “combo” sepa de qué está hablando y pueda hacer una diferencia sustancial.
Esta especialidad se sustenta en seis pilares: la nutrición, el ejercicio, las relaciones interpersonales, la reducción del estrés, el sueño y la eliminación de hábitos tóxicos como tabaquismo, alcoholismo y drogadicción.
La premisa es qué enfermedades crónicas no transmisibles como obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión arterial, algunos tipos de cáncer y principios de Alzheimer pueden prevenirse con una buena calidad de vida.
Y dado que representan el 70% de las consultas médicas (en circunstancias de vida normales), esta disciplina busca proporcionar mayor información y claridad sobre la importancia de cuidarse y prevenirlas. O si ya existen, tratarlas con más eficacia.
¿De qué hablamos entonces?, de una reforma profunda de la salud, ya sea primaria haciendo que no suceda la enfermedad; secundaria, haciendo que pueda revertirse, dándole por ejemplo herramientas a un hipertenso para que pueda dejar de tomar su medicación; y terciaria, rehabilitando a las personas que tuvieron complicaciones a través de cambios en el estilo de vida.
Aunque puede ser un camino lento, porque estamos hablando de trabajar sobre hábitos arraigados emocional y psicológicamente, estoy convencido de que se trata del futuro de la terapéutica de muchas enfermedades. Y más importante, del de cada uno que me está leyendo.