
Juan Domingo “Martillo” Roldán no pudo ganarle la batalla al coronavirus y con él se fue ayer un noqueador que marcó una época, el último con jerarquía internacional en el boxeo argentino.
Tras una semana de internación en el hospital José Bernardo Iturraspe de San Francisco, Córdoba, el que fue campeón argentino, sudamericano y tres veces retador al título mundial mediano falleció a los 63 años por una neumonía que se originó al contagiarse el virus de COVID-19.
El misionero Julio Abel González forjó una gran amistad con “Martillo” Roldán. Incluso, en el año 2016 lo invitó a Dos de Mayo, donde reside, a un festival boxístico que él organizó y Roldán fue la gran atracción en esa oportunidad.
Al hablar de su amigo, Julio recordó: “Me parecía uno de los campeones sin corona muy poco reconocidos. Lo que pasa que no era de la farándula, tenía un perfil muy bajo. Me acuerdo que esa vez que vino, hicimos una conferencia de prensa en un restaurante de acá, después compartió conmigo unos días en mi casa y más adelante lo llevé a un festival que se hizo en Iguazú y estuvimos unos días allá también”.
“La noticia me partió el alma hoy a la mañana -por ayer-, tipo 9 fue cuando un amigo que tenemos en común con Martillo me dijo que había fallecido. La verdad que es una pena, una pérdida muy grande, no sólo para el boxeo argentino, sino para el boxeo del mundo. Se nos fue una excelente persona”.
Sobre cómo nació su amistad con el popular “Martillo”, González recordó: “Yo lo conocí a Martillo en el año 83, en el campeonato amateur cuando se hizo la selección para ir a Los Ángeles. Nos conocimos en el hotel Roma, que estaba frente al Luna Park, y esa fue una de las primeras veces que charlé con él”.
“Después, teníamos un contacto asiduo, incluso en un momento estuvimos a punto de pelear cuando yo era un mediano nuevito, con ocho peleas invicto. Íbamos a pelear en Viedma y justo se enfermó la mamá de Martillo, entonces la pelea se suspendió. Después de eso, nunca más surgió la posibilidad de enfrentarnos, tampoco a mí me hubiese gustado pelear con él, porque era un hombre que pegaba durísimo y te lo aseguro porque he guanteado con él en el Luna en un par de oportunidades”.
Sobre la personalidad del exretador mundial, Julio afirmó: “Más allá de la fama y de haber vivido y peleado en Las Vegas, en el día a día era un tipo muy humilde, campechano, muy solidario, macanudo, una excelente persona“.
“Muchos dirán ‘todos hablan después que mueren’, pero no porque ‘Martillo’ siempre era igual. Cuando vino acá, la gente quedó encantada con él por lo humilde que era. La verdad que siento un dolor muy grande, porque perdimos a un amigo, a una gran persona que nunca cambió su forma de ser”.