El 25 de noviembre es el día reservado en el Santoral católico a Santa Catalina de Alejandría, patrona de las solteras y estudiantes, y que cada año es venerada con una fiesta multitudinaria en paraje Playadito (Corrientes).
Este año, producto de la pandemia de COVID-19, la situación será bien diferente: cada uno desde su casa y de modo virtual, conectados a partir de las 10:30 a las redes sociales.
La historia oficial
Según cuenta la historiografía eclesiástica, Santa Catalina fue hija del Rey Costo y desde muy pequeña estudió las artes liberales.
Cuando el César romano Maximino ordenó que se ofrecieran sacrificios a los dioses, castigando duramente a los que se rehúsaban, ella se presentó ante él y debatió sobre el creador del mundo y las leyes que lo rigen. El César, impresionado por su belleza y sabiduría, mandó a llamar secretamente a los más sabios del imperio.
Catalina se aferró a la oración y los eruditos no sólo quedaron atónitos con los argumentos irrebatibles de la joven, sino que incluso se convirtieron al cristianismo.
El tirano entró en cólera y los condenó a la hoguera. Luego Maximino le propuso a Catalina que sea su primera dama, pero ella lo rechazó. Por lo que fue azotada y encerrada en un calabozo sin comer.
La emperatriz y el general Porfirio quedaron sorprendidos al ver la prisión iluminada por los ángeles que le curaban las heridas a Santa Catalina, quien les habló de la doctrina cristiana y los convirtió, junto a muchos soldados.
El César esta vez le propuso ser reina, pero la Santa eligió seguir consagrada a Cristo y rechazó ofrecer sacrificios a dioses paganos. Entonces los prefectos del emperador idearon unas ruedas con clavos y cuchillas para matarla, pero la Catalina oró y la máquina saltó en mil pedazos. Algunas historias señalan que se destruyó por un rayo.
Una versión de la historia señala que el César intentó otra vez seducir a Catalina y le ofreció compartir el trono, pero fue nuevamente rechazado. De esta manera, Catalina fue condenada a muerte. Una espada cercenó su cabeza y los ángeles trasladaron su cuerpo al Monte Sinaí.
Según otra versión, la emperatriz recriminó al emperador por su crueldad, quien molesto ordenó que le arrancaran de cuajo los pechos y le cortaran la cabeza. El general Porfirio enterró el cuerpo y fue ante Maximino para decírselo. Allí reconoció que él también era cristiano, así como la mayoría de los presentes. El tirano, ciego de ira, mandó a degollar a todos.
En el Monte Sinaí, donde Moisés habló con Dios en la zarza ardiente, en el siglo IV, la emperatriz Helena mandó construir una capilla. Dos siglos más tarde, el Emperador Justiniano erigió el Monasterio de Santa Catalina, considerado el monasterio cristiano más antiguo del mundo.