
A fines del 2016, Daniela dio el gran paso de su vida: se casó y lo hizo bajo el régimen de comunidad. “Tenía tanta ilusión que no presté atención a nada y si me dijeron algo sobre las convenciones matrimoniales no escuché”, contó a PRIMERA EDICIÓN.
Dos años después solicitó el divorcio: “Bueno, ahí me di cuenta qué significa todo esto del régimen patrimonial del matrimonio. Pero antes no sabía, está bueno que uno tenga opciones”, señaló la joven.
La sanción del nuevo Código, en agosto de 2015, trajo cambios que introdujeron la posibilidad de optar por un régimen patrimonial de separación de bienes, es decir cada uno tiene la libre administración y disposición de sus bienes durante el matrimonio, salvo la vivienda familiar que se rige por sus propias reglas. O bien, puede optar por el régimen de comunidad, como era en el pasado: todos los bienes adquiridos a partir del matrimonio pasan a formar parte de una masa común que pertenece a ambos, sin importar cuál de los dos los haya adquirido. Estos bienes se llaman gananciales.
Ahora, si nada dicen al respecto, rige el régimen de comunidad de bienes, esto es, con ganancialidad.
La opción debe formalizarse mediante escritura pública antes de la celebración del matrimonio a través de un acuerdo prenupcial, denominado “convención matrimonial”, y esta sólo podrá modificarse, después de la celebración, con el acuerdo de ambos cónyuges.
Pero ¿qué son las convenciones matrimoniales? De acuerdo a la directora del Registro Provincial de las Personas, Virginia Soto, “son acuerdos celebrados por los futuros contrayentes o por los esposos unidos en matrimonio, que luego de la reforma del Código Civil, se encuentra contemplado para aquellos casos como: la designación y avalúo de los bienes que cada uno lleva al matrimonio, la enunciación de las deudas, las donaciones que se hagan entre ellos, la opción que (los futuros esposos) hagan por alguno de los regímenes patrimoniales previstos en el código, y toda convención entre los futuros cónyuges sobre cualquier otro objeto relativo a su patrimonio es de ningún valor”.
Mediante este acuerdo los cónyuges “optan por separar su régimen patrimonial, que si no lo realizan, quedan sometidos automáticamente al régimen de comunidad de bienes. Es una opción que les permite separar sus ingresos y patrimonio, otorgando independencia económica a cada contrayente, aunque aún en el inicio de su matrimonio, no cuenten con bienes”, precisó Soto.
En cuanto a los matrimonios ya consolidados y con bienes adquiridos en ganancialidad, “cuando optan por el régimen de separación de bienes, en la misma escritura prevén la adjudicación de los mismos en cabeza de cada uno, lo que luego pasa a registrarse en orden a lo acordado en los registros respectivos (inmobiliarios o automotores)”.
Entonces, podemos decidir antes de casarnos: “Lo tuyo es tuyo y lo mío es mío, como así también podemos decidir, unidos en matrimonio y a partir de hoy esto es mío y esto es tuyo”, simplificó la Directora.
Tiene opciones: ¿qué elegiría?
• Yanela: “Hace cinco años estoy casada. Pero no sabía sobre los regímenes pero ahora sí lo sé. Entonces, si tuviera que elegir optaría por la sociedad conyugal. ¿por qué? simplemente porque todas las cosas que tenemos hoy en día es del esfuerzo de los dos. Es un sacrificio mutuo por lograr todo lo que hoy tenemos”.
• Nancy Jara: “El formulario prenupcial te da la opción de elegir. Si querés el de división debes ir con el futuro contrayente a un escribano y hacer constar que eligieron ese régimen. Y eso tiene un costo, entonces la mayoría para no pagar no lo hace. Que picardía ¿no? Por 700 o mil pesos se ahorrarían todo el litigio que sobreviene a una disolución o liquidación de sociedad conyugal”.
• Lola: “Soy soltera y no me casaría. Pero tampoco sabía sobre las opciones”.
• Juan: “Sí, sabía de ese tema. En mi primer matrimonio cuando me divorcié cedí por ejemplo la titularidad de la casa. Ahora no estoy casado formalmente. Y lo de mi señora es de mi señora. Y lo mío es mío”.
• Jorge: “No sabía nada sobre esto de elegir. Cuando me casé, en 1995 eso no existía, no había opciones. La verdad que es bueno tener alternativas”.