
Con tan sólo 17 años Juan Marcelo González (ahora con 45) había decidido dejar la localidad de Eldorado, donde había nacido, para embarcarse y empezar una nueva vida en Buenos Aires.
En la actualidad, se emociona viendo todo lo que logró porque sólo él conoce la dura vida que atravesó hasta llegar adonde está sentado: en la sala de su casa. Se trata de un sueño. Y hace apenas ocho semanas se hizo realidad.
El misionero relató su historia a Infobae. “En Misiones había poco trabajo y eran mal pagos”, admitió al contar uno de los motivos que lo llevaron a armar su bolso.
Allá, en Buenos Aires lo esperaba su hermano mayor, llamado Diego Armando, quien desde hacía un tiempo vivía en el barrio Rodrigo Bueno de la Costanera Sur. Éste fue quien le propuso que se mudara con él para abrir juntos una carnicería.
Es así que pasado un tiempo lograron cumplir con el objetivo. La carnicería fue bautizada con el nombre “San Expedito”, en homenaje al santo de las causas justas y urgentes, a quien tantas noches elevó sus plegarias.
Nos cambió literalmente la vida. Es una bendición. Estamos más que contentos porque estamos en un lugar privilegiado, tenemos todo al alcance. Vivir en un lugar así dignifica a las personas. Si el Estado no está presente es muy difícil. Hoy tenemos agua potable y cloacas por primera vez”. Juan Marcelo González
“No fue fácil, pero acá te dan esperanzas y muchas más ganas de seguir adelante”, reconoció.
Al mudarse a la entonces Villa Rodrigo Bueno vivió en una pequeña casa ubicada en “una zona de costa, al borde del fluvial que estaba en medio del barrio” y al lado de un “cementerio de autos oxidados”.
Recordó que en esos años “mucha gente estaba empezando a mudarse a ese sector y los cables del tendido eléctrico no daban abasto. De día estaba todo bien, pero a la noche, cuando todos volvían a sus casas, se prendían los aparatos y se cortaba el suministro de luz”. Esta situación dificultaba llevar adelante su emprendimiento.
Así transcurrió gran parte de su vida; pero pese a las adversidades, apostó por tener una mejor calidad de vida. Y el deseo se hizo realidad hace dos meses cuando su familia fue seleccionada para habitar en una de las viviendas del Plan de Urbanización del barrio que encara el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Es así que en la actualidad, Juan Marcelo González disfruta de todo. Es decir de su familia compuesta por su esposa y su hija; y también de la casa.
Recordó que los primeros meses del embarazo de su esposa fueron difíciles porque aún vivían en aquella casa ubicada en una zona muy expuesta a peligros.
“Se nos complicaba porque además muchas veces éramos discriminados”, indicó. Pero, ahora el misionero disfruta de contar con un hogar propio que cuenta con dos cuartos.