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“Rocío, yo si te creo. Juicio y castigo al cura Raúl Sidders”, se leía en los afiches que colgaron en las paredes, en los postes, en los árboles frente al colegio San Vicente de Paúl de La Plata, donde daba clases y confesaba el sacerdote detenido desde el 1 de diciembre último acusado de abusar de una niña, alumna del establecimiento entre el 2004 y el 2008, cuando la víctima tenía entre 11 y 14 años.
La pegatina y volanteada fue organizada por víctimas sobrevivientes de abuso y familiares de víctimas de abuso sexual eclesiástico, con el fin de dar a conocer en el colegio y el barrio el estado de la causa que tiene como imputado al sacerdote.
El juez de Garantías de La Plata, Agustín Crispo, otorgó días atrás la prisión preventiva, con el beneficio de la prisión domiciliaria y uso de tobillera magnética, al sacerdote Raúl Sidders, pero la medida no se cumplió porque fue apelada por la víctima.
Julieta Añazco, quien había sido abusada de niña por el sacerdote Héctor Giménez, contó que además de pegar afiches reclamando “juicio y castigo para Sidders”, entregaron volantes a los transeúntes en los que precisaban “cómo estar alerta ante los cambios de conducta de un hijo o hija que esté siendo abusada y que deben considerar abuso cuando, aún sin penetración, hay conversaciones de índole sexual o erótica o se les enseña material pornográfico”.
Añazco explicó que en los volantes se destaca que en general los sacerdotes abusadores “utilizan la fe y la confianza depositadas por los niños o adolescentes”.
Sidders, a quien los alumnos del colegio San Vicente de Paul llamaban en secreto “El Frasquito” porque los obligaba a masturbarse para guardarse su semen en un frasco, está detenido desde el 1 de diciembre último, cuando se entregó luego que se librara una orden de detención en su contra.
Según el pedido de detención, al que accedió Télam, el sacerdote abusó de la menor desde sus 11 años “a quien hacía colocar sus manos en los bolsillos de la sotana y sentir su pene erecto, situaciones que acaecían en el patio de la institución y durante los recreos, lo que provocó un grave daño en la salud mental de la niña”.
“Asimismo, y en las habituales ocasiones en las que recibía el sacramento de confesión, corrompió a la menor mediante explicaciones personalísimas sobre cómo masturbarse, realizar sexo oral y mantener relaciones sexuales con acceso carnal con su novio”, precisó el fiscal en su escrito.
Fuente: Agencia de Noticias Télam