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Un electricista y técnico en electrónica de 41 años fue condenado ayer a cumplir con un tratamiento psiquiátrico estricto y a no acercarse al hogar de su víctima, hoy de 13 años. De no cumplir con las órdenes de la jueza Correccional y de Menores 1, Marcela Leiva, deberá ir a prisión hasta finalizar los tres años de sentencia que le impusieron ayer por el delito de “abuso simple”.
Ayer, tras dos días de debate oral (no público por tratarse de un caso contra la integridad sexual), se emitió la condena por un hecho que fue denunciado el mismo día que ocurrió, el sábado 18 de noviembre de 2018.
La madre de la víctima de 10 años no dudó en recurrir a la policía cuando vio quebrarse en llanto a su hija: “¿Mamá, me vas a creer?”
La pregunta no necesitó respuesta de la progenitora. No sólo la escuchó, también la puso a resguardo y concretó la denuncia correspondiente en la comisaría Decimosexta.
La fiscal de Instrucción 1, Amalia Benedicta Spinnato, en la elevación a juicio de la causa destacó que el delito fue cometido “aprovechándose de la situación de minoridad (de la víctima) y la cercana relación con la familia de esta, puesto que se trata de un ‘amigo de la familia’, traicionando la confianza que dicha relación supone, realizando actos de contenido sexual sobre ella, tocamientos en zonas pudendas, lo que habría ocurrido en la vivienda de la abuela (de la niña)”.
Nunca mintió
El relato de la menor en Cámara Gesell fue contundente para elevar la causa a juicio, como también para que durante el debate la fiscal Correccional y de Menores 2, María Laura Álvarez, coincidiera y acusara al encartado hacia una condena por violar el artículo 119 (primer párrafo) del Código Penal.
“Entré a buscar mi ropa y el chico (acusado) me agarró. Le dije hola y me quise ir porque ya había encontrado lo que fui a buscar pero me agarró igual y me tocó, cuando mi prima vino para la pieza le conté que me había manoseado (…) Me empezó a tocar por arriba de las ropas y yo me quería alejar, me quería ir rápido a mi casa pero no me dejaba, me sostenía fuerte”, dijo la menor en un tramo de su relato ante las peritos que le tomaron declaración.
Las psicólogas detallaron al respecto: “No se observan evidencias de delirios, alucinaciones u otros síntomas de psicopatología severa que pudiera afectar su capacidad de comprender la realidad y adecuarse a ella. Su discurso es coherente”.