Rossend Domenech, gastronómico, periodista y cultivador de tomates, vive desde hace años en Italia. En su libro “El trauma de los langostinos tuertos” denuncia la industria y la incultura alimentaria luego de un largo estudio de campo. Tema que también ha sido abordado en nuestro país por una periodista de investigación y que ha causado mucho revuelo al tomar conciencia del estado de ignorancia e indefensión en que se encuentra la población en lo que a alimentos se refiere.
De una extensa entrevista que se le realizara a Domenech me llamó bastante la atención su afirmación de que hoy en día, los cadáveres tardan mucho en descomponerse y que aparentemente -según estudios médicos iniciales-, se debe a la gran cantidad de conservantes y antibióticos que ingerimos a través de los alimentos.
Explica este autor que la mayoría de los alimentos se encuentran contaminados, desde su inicio en el campo donde le ponen fertilizantes, insecticidas, pesticidas, herbicidas y demás. Todo se traduce luego en enfermedades que van debilitando lentamente el organismo.
Cuando se pregunta a las personas por qué no dedican más tiempo en informarse acerca de lo que come, dicen que no tienen tiempo. Pero si no se tiene tiempo para buscar alimentos orgánicos y saludables se termina afectando la salud.
En el libro se exhiben cifras y estadísticas de congresos oncológicos internacionales que demuestran que sólo el 20% de los cánceres son heredados. El 40% depende de la contaminación y el otro 40% de los alimentos que se ingieren. Datos que por sí mismos deberían pesar en el criterio en el momento de seleccionar lo que comeremos.
Por esta incultura generalizada es que en varios congresos de médicos y nutricionistas se afirma que los jóvenes actuales tendrán una expectativa de vida más corta que la de sus padres. Son chicos que no han aprendido a comer, que no tienen educación alimentaria, comen como pueden, lo que encuentran.
Por ejemplo, Italia y España son los países con más obesos de Europa. Preguntado acerca de cómo se corrige esa incultura, dice Domenech que se deberían implementar programas en las escuelas. Opina que los programas de cocina que se emiten por televisión no sirven para educar, por el contrario, son dañinos, no enseñan a comer sano. Les interesa la presentación, nunca la materia prima ni la calidad.
Fuente: www.elmundo.es