Por Rocío Gómez
El 7 de diciembre pasado el agua comenzó a cotizar en el mercado de futuros de materias primas de Wall Street, como un commodity más como el petróleo, el oro o los granos. El hecho comenzó a replicarse en cables de noticias como una información más, mientras en redes sociales se multiplicaron las alertas sobre lo que esto significa y cuáles pueden ser sus consecuencias.
La noticia dura indica que el precio del líquido vital fluctuará tal como lo hacen el petróleo, el oro o los granos, según informó CME Group, que lanzará contratos futuros vinculados con el agua, con referencia del precio contado de California en Estados Unidos, un mercado de 1,100 millones de dólares.
El precio de los futuros del agua en California comenzó cotizando a unos 486,53 dólares por acre-pie, que equivalen a 1,233 metros cúbicos. Vale recordar que California es uno de los estados del país del Norte que más padece la escasez del agua, un bien que se ha convertido en un elemento estratégico tanto para la subsistencia como para su aplicación en la producción de alimentos.
Vale recordar que la ONU calcula que en los próximos años dos tercios del planeta podrían experimentar escasez de agua y millones de personas se verán desplazadas por ello. La insuficiencia del vital líquido está relacionada con la explotación excesiva de este recurso por el sector primario, la industria y el consumo humano, así como el cambio climático.
Cuando el agua entra al mercado bursátil se convierte en un commodity, una mercancía pasible de especular con su abundancia o escasez”.
“La cotización del agua en Wall Street nos preocupó mucho a todos, porque vivimos en una provincia en la que hace mucho tiempo venimos diciendo que hay que cuidar el agua porque van a venir por ella”, alertó a ENFOQUE Roberto Carlos Abínzano, doctor en Antropología y profesor emérito de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM).
¿Por qué este interés de Wall Street en el agua? No es novedad que el agua dulce, apta para la potabilización y consumo humano, es un recurso natural no renovable y escaso. “Del agua total que hay en el planeta, el 97% es salada, está en los océanos. Si bien se puede desalinizar, es un proceso muy complejo y caro. El agua dulce, que permite la subsistencia, es sólo el 3%”, explicó el profesor Abínzano. ¿Dónde está ese 3%? “El 68,7% es agua retenida en los glaciares, el 30% está bajo la tierra”, detalló.
Este último dato es el que debería mantenernos alertas. Argentina comparte con Brasil, Paraguay y Uruguay el Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua dulce conocidas del planeta y que, por su volumen, es el tercero en importancia a nivel mundial.
Misiones está entera posicionada arriba de esa masa de agua de la que no se sabe bien cuáles son sus límites y en donde se calcula que hay 50 mil millones de kilómetros cúbicos de agua dulce. “El Acuífero es un recurso que se explota y se explotará, si no existe un acuerdo serio entre los países que lo poseen, va a terminar contaminándose y va a ser más difícil recuperarlo”, alertó Abínzano. “Lo que uno observa es que cada vez se abren más lugares de aguas termales y ya se lo está perforando en todos lados, es muy difícil de controlar”, agregó el profesor.
El Acuífero Guaraní es un recurso que se explota y se explotará, si no existe un acuerdo serio entre los países que lo poseen, va a terminar contaminándose y va a ser más difícil recuperarlo”, alertó Abínzano.
El resto de ese 3% se encuentra sobre la superficie, en lagos, pantanos y ríos. “Hay regiones muy privilegiadas con abundante agua y hay regiones en un proceso de desertización y de pérdida de agua muy grave”, indicó Abínzano. “Se calcula que en este momento el mundo tiene 7.500 millones de habitantes, de estos hay mil millones que todos los días tienen que recorrer enormes distancias para conseguir agua, lo que es un motivo fundamental de la migración”, agregó.
Además, la contaminación. “Los humanos podemos destruir el agua o perturbarla de tal manera que no sirva a nuestros fines, es como serruchar la rama donde uno está sentado. Eso es la enorme contaminación que hay, de todo tipo”, alertó Abínzano. “Es un problema que tiene solución, hay formas de evitar la contaminación, a través de filtros, de sistema de purificación del agua. Hay muchas formas de recuperar el agua contaminada, se la puede descontaminar. Pero todo esto necesita acuerdos entre muchísimas instituciones, personas y países, y grandes inversiones para las tecnologías más complejas. Por otro lado, necesita una enorme disciplina para no contaminar el agua, que es otra cosa. Ahí entra todo lo que sea desperdicios que no son reciclados adecuadamente, los agrotóxicos que en Misiones conocemos bien; y después tenemos el drama del plástico, que va a parar al agua y forma islas inmensas de plástico que no se biodegradan”.
Un problema más que complejo y “la complejidad no está tanto en cómo impedir el deterioro del agua sino ponerse de acuerdo y tener políticas concretas respecto a prevenir la contaminación y una vez contaminada, tratar de purificarla”, indicó Abínzano.
Cotizar el agua en bolsa es lo mismo que mercantilizarla y el agua es un producto de todos, nadie puede arrogarse el derecho de apropiarse del agua de un estado”.
¿Cómo tomar entonces que le pongan precio a un bien tan escaso y tan vital? “Es un espanto”, analizó Abínzano. “Cotizar el agua en bolsa es lo mismo que mercantilizarla y el agua es un producto de todos, nadie puede arrogarse el derecho de apropiarse del agua de un estado, de una nación, de una provincia”, agregó. “Hay cosas que son de la comunidad, de la sociedad humana y que deben quedar en manos de la sociedad. Hay que estar muy atentos con esta cotización en bolsa porque no vaya a ser que, a medida que la cuestión se agrave, por la falta de agua, ese ejemplo cunda y otros países u estados empiecen con esta idea de mercantilizar este producto”, agregó.
En la historia abundan los ejemplos al respecto: primero fue el oro y la plata y Europa salió a buscar estas especies en otras partes del mundo con resultados conocidos. Después fue el petróleo, una problemática que se ve en la actualidad. “Siempre las sociedades más poderosas avanzan sobre los recursos vitales de los países y tienen la capacidad militar y técnica de hacerlo, ese es el peligro”.
Es imposible no pensar en lo que pasa en Oriente Medio, lugares donde abunda el petróleo, otro bien muy codiciado. ¿Es descabellado pensar que en algún futuro pueda pasar en zonas como Argentina, privilegiada en cuanto a los recursos de agua? “Es perfectamente razonable. En el caso de nuestro país, que tiene tantos lagos, glaciares, ríos interiores importantes, se pueden tomar decisiones en defensa del recurso. Con respecto al Acuífero es más difícil porque pertenece a cuatro países y si la integración no funciona en ese aspecto, va a ser muy complicado que podamos preservar ese recurso. ¿Qué pasa si a (Jair) Bolsonaro se le ocurre venderle a una empresa privada la parte del Acuífero que le corresponde? Si no nos ponemos de acuerdo en un proceso de integración con los vecinos, vamos a tener problemas”, relató Abínzano.
El exdecano de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNaM viene alertando hace tiempo acerca de este problema. “Cuando empieza el proceso de integración con Brasil, que lo inician Ricardo Alfonsín como presidente de Argentina y José Sarney como su par brasileño, se firmaron muchos protocolos pero ninguno sobre ecología, medio ambiente y agua”, señaló Abínzano, quien escribió al respecto en un artículo denominado “El protocolo ausente, medio ambiente e integración”, publicado en la revista Propuesta Ecológica en 1992. Ya en ese entonces se preguntaba por qué no existe un protocolo que tenga que ver con los ecosistemas compartidos. “Nosotros compartimos ríos y biodiversidad con Brasil y Paraguay. Si no hay un acuerdo real entre estos países despidámonos de que la gestión del Acuífero sea razonable, coherente y soberana”.
Esto abre una puerta a la especulación financiera, y no es inocente esa incorporación dentro de la bolsa porque el agua está escaseando”, señaló Bañay.
“En nuestra región tenemos que estar particularmente incómodos con la incorporación del agua al mercado mundial”, alertó en la misma línea el licenciado en Antropología y docente de la carrera homónima en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNaM, Arón Bañay, en diálogo con ENFOQUE. “Estamos parados sobre el Acuífero Guaraní y rodeados de agua. Tal vez no nos cabe en nuestra mente que en algún momento ese recurso vital va a escasear y va a ser codiciado – ya lo es de hecho- en muchas partes del mundo”, agregó.
Cuando hablamos de recursos, es importante definir qué son recursos y para quiénes. “Si el agua es un recurso, lo podemos ver como natural para preservar la vida y la biodiversidad en la que nos encontramos todos inmersos como especie humana; o es un recurso para generar dinero. Muchas veces son empresas multinacionales las que utilizan ese recurso para generar dinero que no se queda en los pueblos sino que se va al exterior, se fuga”, señaló Bañay. “Esto abre una puerta a la especulación financiera, a que los estados miembros de ese mercado mundial quieran especular con valores futuros del agua y no es inocente esa incorporación dentro de la bolsa internacional porque, volviendo a la cuestión de los recursos, el agua está escaseando”.
Uno de los argumentos que esgrimen quienes desestiman la gravedad de esta noticia es que ya pagamos por el servicio del agua. Todos los meses nos detallan el consumo y eso tiene un valor, pero hay diferencias importantes. “Lo que pagamos es el servicio y la potabilización, porque no podemos beber el agua del río directamente porque nuestros efluvios cloacales terminan en el río, las fábricas largan sus desechos allí y si la bebemos así como está nos intoxicamos. Si bien las tarifas pueden ser altas, aún continúan siendo accesibles. De hecho si no podés pagar el servicio, los municipios deben tener lugares o puntos donde la gente pueda abastecerse de agua potable sin pagar. La diferencia de que entre al mercado bursátil es que se convierte en un commodity, una mercancía pasible de especular con su abundancia o escasez, que es como funciona el mercado”, explicó Bañay.
El pronóstico asusta. “Esto va a ir empeorando exponencialmente porque el calentamiento del planeta, debido a las emisiones de gas carbónico y demás tipo de contaminación del aire, va a ir incrementando la temperatura y los cambios bruscos del clima, esto va a hacer que en zonas en las que escaseaba el agua escasee aún más y donde abundaba, abunde y perjudique. Muchas gestiones de gobierno niegan el calentamiento global y cambio climático y ahora están especulando con la disponibilidad de agua a futuro…¿no es una contradicción?”, se preguntó Bañay. “Me parece que no es descabellado pensar que en algún momento va a haber presiones de tipo militar por estos llamados ‘recursos’ porque si uno mira el mapa de América Latina, Estados Unidos tiene distribuidas bases militares con excusas de seguridad, pero a la vez están muy cercanas a recursos estratégicos”, cerró.