Nombres célebres del básquetbol argentino pasaron por Brasil e hicieron de las suyas. Federico Kammerichs, Walter Herrmann o Nicolás Laprovittola son sólo algunos de los jugadores que se ganaron un lugar en el país vecino a fuerza de títulos locales y conquistas internacionales.
Sus nombres quedaron grabados en el salón de la fama verdeamarelo, catapultados por victorias en la Liga de las Américas o en la Copa Intercontinental. Son verdaderos monstruos. No obstante, en tierras brasileras hay un misionero que también supo plantar bandera.
Su nombre quizás no sea tan conocido en el básquetbol de nuestro país, probablemente porque nunca jugó en el terruño como profesional. Sin embargo, Stéfano Pierotti (22) ya es un digno representante del básquetbol argentino y misionero en Brasil.
Dueño de un apellido de peso en el deporte de nuestra provincia, el base nacido en Puerto Rico fue noticia semanas atrás al convertir 37 puntos en la victoria de Campo Mourao sobre Caxias, por 96-76, y alcanzar un récord histórico: se transformó en el jugador argentino que más puntos convirtió en un partido de la NBB (Novo Basquete Brasil), la máxima categoría nacional.
“La verdad es que no sabía del récord. Cuando terminó el partido, un periodista se contactó para avisarme. Me tomó por sorpresa. Para mí, es un orgullo, sobre todo por la cantidad de argentinos que pasaron por la Liga de Brasil, muchos de renombre. Nunca lo imaginé”, confió el misionero desde el estado brasilero de Paraná, donde vive por y para el básquetbol.
En diálogo con EL DEPORTIVO, Stéfano repasó su carrera, contó cómo llegó desde Misiones a la máxima de Brasil, cómo fue convivir y enfrentar a jugadores con paso por la NBA, y cuáles son los sueños para el futuro. “Llevo el básquetbol en la sangre”, afirmó. Triplazo.
Stéfano, ¿cómo arrancaste con el básquetbol?
La verdad es que nací con una pelota de básquet en la mano, por mi abuelo y mi viejo, que siempre estuvieron en el rubro. Siempre me gustó jugar, pero cuando tenía 12 o 13 años entendí que quería dedicarme. En ese entonces, jugaba en Siglo XXI de Puerto Rico, donde hice todas las formativas.
Don Víctor, tu abuelo, y Jandry, tu viejo, dos referentes, te inculcaron ese amor por la naranja…
Así es. Allá por los ochenta mi abuelo creó la escuelita de Siglo XXI, en honor a que ya estaba llegando ese siglo y quería hacer algo con el básquetbol. Y mi viejo se fue a estudiar a Santa Fe, terminó y se volvió para ser entrenador. Todos estamos ligados al básquetbol en la familia, lo llevamos en la sangre. Yo era bebé y mi mamá me amamantaba mientras hacía planilla en un partido. Imaginate…
¿Cómo desembarcás en Brasil?
Con Siglo siempre íbamos a jugar allá. Y a mí siempre me gustó la forma de ser, de vivir del brasilero. Cuando tenía 16 años fuimos a jugar una suerte de Sudamericano de Clubes. Ahí estaba André Germano, que era entrenador de la Selección Brasilera U-17 y de Baurú, un equipo de la Liga Nacional de allá. Él preguntó por un base y le dijeron mi nombre. Encima lo conocía a mi viejo de unos cursos que habían dado juntos. Fui una semana a prueba en agosto de 2014 y el 11 de enero de 2015 ya me mudé para Baurú, en el interior de San Pablo.
¿Fue difícil la adaptación?
Cuando llegué sabía hablar lo básico en portugués, pero aprendí rápido porque vivía en una casa con otros 14 chicos, todos de Brasil. Fue un desafío, pero era algo que quería y estaba buscando. Empecé a jugar en la U-17, después en la U-19 y luego en Primera. Baurú estaba en la Liga Nacional y venía de ser campeón de la Liga de las Américas, algo así como la Copa Libertadores del básquetbol.
¿Cómo fue el debut en Primera?
Fue en agosto de 2015, el mismo año en que llegué, por el Torneo Paulista, que vendría a ser como un provincial, pero donde juegan ocho equipos de la Liga Nacional. Es el torneo más fuerte entre los estaduales de Brasil.
Y mi debut fue contra la Liga Sorocabana. Entré y jugué un par de minutos, pero fueron los dos minutos con más nervios de mi vida. Fue un sueño cumplido debutar como profesional. Me sentí realizado y no sólo por mi esfuerzo, sino también por todo el sacrificio de mi familia. Siempre digo que esto es un sueño cumplido para mí y para mi viejo.
Y fuiste campeón nacional…
Sí.. Primero, en la temporada 2015-2016 fuimos subcampeones nacionales y subcampeones de la Liga de las Américas, que perdimos la final contra Guaros de Venezuela. En 2016 salimos campeones con la U-19 y en la temporada 2016-2017 fuimos campeones de la Liga Nacional. Fue algo único.
¿Cómo se vive el básquetbol en Brasil?
Baurú, por ejemplo, es una ciudad de 350 mil habitantes que ama el básquetbol, tiene una pasión increíble. El estadio siempre estaba lleno. Vas caminando por la calle y te cruzan, te hablan, te paran para pedirte fotos o autógrafos. Nunca imaginé que me iba a pasar eso, hasta el día de hoy todavía no lo creo.
¿Cómo siguió tu carrera?
Jugué en Baurú una temporada más, que perdimos en semis contra Paulistano. Ahí se me terminó el contrato y no renové. Fue una época mala, porque no tengo todavía el pasaporte brasilero, me costó conseguir equipo. Y ahí me invitaron a jugar un estadual en Belén do Pará, en el norte.
Fue un desafío y me vino bien anímicamente, porque necesitaba esa confianza y hacer mi estilo de juego. Hasta hoy estoy agradecido a los dirigentes de ese club, porque eso me vino bien anímicamente. Después de ahí, me fui a jugar al Londrina de Paraná, la Liga de Oro, la Segunda de Brasil. Eso fue en enero de 2019.
¿Y cómo llegás al Campo Mourao, tu actual equipo?
La experiencia en Londrina fue muy buena, era el base titular del equipo, por lo que aprendí mucho. De ahí pasé al Black Star de Joinville, para jugar nuevamente en Segunda. Entrené una semana y llegó la pandemia, así que no llegué a jugar con ese club oficialmente. Y entre agosto y octubre pasados, como no sabían si iban a jugar o no, empecé a escuchar otras ofertas y llegó la de Campo Mourao, que era la mejor opción.
Tras el parate por la pandemia, ¿cuándo volviste a jugar un partido oficial?
Fue en octubre, que jugamos el estadual de Paraná. Ahí fue mi primer partido oficial de 2020. Y creo que hasta ahora habré jugado unos tres partidos clasificatorios del estadual, la semi y la final, que era contra Pato Branco pero se suspendió porque en el plantel de ese equipo se detectaron algunos casos de coronavirus. Y en lo que respecta a la Liga Nacional, ya llevamos jugados 12 partidos, ganamos 4 y perdimos 8. Actualmente estamos 11º entre 16 equipos.
¿Qué jugador, compañero o rival, fue el que más te marcó?
Como compañero, sin dudas, fue Alex García. Jugó mundiales y juegos olímpicos con Brasil, además de la NBA, en San Antonio Spurs y New Orleans Hornets.
En esas finales con Baurú, en esos partidos tensos, demostró ser un líder innato.Aprendí mucho con él, es el compañero más groso que tuve. Y después tuve a varios, como Rafael Hettsheimeir (exUnicaja Málaga, entre otros); Larry Taylor, un norteamericano nacionalizado brasilero que jugó juegos olímpicos y mundiales; Ricardo Fisher; y Valtinho, que fue con quien más aprendí de táctica y de mañas. Siempre que me preguntan, hablo mucho de él, jugó en la Selección.
¿Se nota en la cancha la jerarquía de un jugador de NBA?
El que jugó en la NBA, vuela en la cancha. Los ves en los entrenamientos y te das cuenta por qué llegaron. Y después son los que hacen la diferencia dentro de la cancha. Cuando el partido está tranqui, todos somos iguales, pero cuando empieza a apretar, que corre el tiempo y tenés que meterla, el aro se empieza a cerrar, ahí aparecen estos tipos.
¿Y el rival más groso?
Me tocó enfrentar a Anderson Varejao, que estuvo como diez años en la NBA, jugó mundiales y juegos olímpicos. Yo jugaba en Baurú y él estaba en Flamengo. Ese creo que fue el rival de más nombre que tuve enfrente. En la cancha es bastante callado, pero te pone presión solo con el nombre, con su presencia.
Sos amigo de un groso como Alex García… ¿bromean con la rivalidad entre Argentina y Brasil?
Sí (se ríe)… A Alex siempre le pregunté cómo era marcar a Manu Ginóbili. Y él me decía que era un orgullo. La rivalidad siempre estuvo, pero siempre lo tomamos con humor. Después de ese partido de los Juegos Olímpicos de Río 2016, que Argentina le gana a Brasil, lo cargaba a Alex con que cómo Campazzo, que es más petiso que él, le ganó el rebote de la jugada definitoria. Hasta hoy lo sigo gastando (se ríe).
Hablemos del récord… domingo 20 de diciembre de 2020… ¡Hiciste 37 puntos en un partido y sos el argentino más goleador en un juego en la historia de Brasil!
Y la verdad es que no sabía del récord. Si sabía que el día anterior, un jugador de Fortaleza había hecho el récord de la temporada en la Liga Nacional, que fueron 34 puntos en un partido. Y bueno, salimos con el Campo Mourao contra Caxias. Mi primer período fue muy tranquilo, hice 8 puntos. Después, en los primeros cinco minutos del tercero, hice 13 y ya tenía 21.
Me hicieron una falta, fui al banco a secarme y ahí mis compañeros bromeaban con que iba a romper el récord de la temporada. Volví a jugar, metí un triple, otro punto más y así hasta llegar a los 33 puntos. Me hacen una falta de triple, meto los tres y mis compañeros se mataban de la risa.
Hice un punto más, terminó el partido y sabía que había hecho 37 y que tenía el récord de la temporada de más puntos en un partido. Pero no sabía que era el argentino que más puntos había hecho en un partido en la historia de la Liga Nacional de Brasil.
Y cuando entro a Instagram, un periodista amigo de Baurú, Lucas Rocha, me había etiquetado con ese dato. La verdad es que me tomó por sorpresa, creo que nadie lo sabía.
¿Cómo lo tomaste?
Haber alcanzado ese récord es un orgullo por la cantidad de argentinos que pasaron por la Liga Nacional, como Laprovittola o Walter Herrmann. Pasaron muchos argentinos de renombre, como Chuzito González, que era dueño del récord anterior, con 35 puntos.
Es un orgullo, sin dudas, y va a quedar en la historia, pero trato de tener la cabeza en su lugar, queda mucho por mejorar. Esto y muchas de las cosas que viví, nunca imaginé que podrían haberme pasado. Ojalá todo esto sea recién un comienzo.
¿Qué soñás para el futuro?
Uno siempre sueña con la NBA, con llegar, pero siempre trato de pensar en el hoy. También me gustaría jugar alguna vez en Europa, en España. Pero lo que te digo, hoy pienso a full en el Campo Mourao.
¿Qué pasa si te convocan para la Selección de Brasil?
Mirá, creo que no puedo jugar porque ya jugué un Premundial U-18 en Chile con la Selección Argentina. Pero siempre está la ilusión, el sueño de todo jugador de jugar un juego olímpico o un mundial, representar a tu país. Ojalá algún día tenga la chance, sería un orgullo.
¿Qué es el básquetbol en tu vida?
Para mí, el básquetbol es todo. Desde chico me dediqué a esto, y me dio mis mayores alegrías, mis mayores logros. El básquetbol me dio todo y, para mí, es todo.