La edición de este año, bajo el lema de “El gran reinicio”, girará en torno de los riesgos globales, con especial atención a la evolución de la pandemia. Es que, según Klaus Schwab, fundador del Foro, “la pandemia representa una oportunidad, inusual y reducida, para reflexionar, reimaginar y reiniciar nuestro mundo y forjar un futuro más sano, más equitativo y más próspero.”
El jueves, a las 16:30 de la Argentina, será el turno del “discurso especial” del presidente argentino, presentado por Borge Brende, actual presidente del Foro, ex ministro de Relaciones Exteriores, Comercio e Industria de Noruega y factótum de una iniciativa bautizada “Grupo de Acción Global”. Brende es un profeta de la cooperación, concepto que el presidente suele invocar cuando habla de los temas internacionales y con el que se sentirá muy cómodo, aunque tal vez menos con otro leit-motiv de la edición de este año: confianza.
El Foro se inauguró este domingo con la presentación del “Reporte de Riesgo Global 2021), una prospección de calamidades a partir del cálculo provisional de pérdidas derivadas de la pandemia, cuyo impacto resultó, por caso, en la pérdida de 495 millones de empleos sólo en el segundo trimestre de 2020 y en que sólo 28 de los más de 200 países del mundo vieron crecer su PBI. Una encuesta encargada por el Foro halló que 60% de los consultados de todo el mundo identificó las “enfermedades infecciosas” y una “crisis del modo de ganarse la vida” como las dos mayores amenazas mundiales.
Los costos humanos y económicos de covid-19, dice el Reporte, amenazan con anular años de progreso en reducción de la pobreza y la desigualdad y debilitar la cohesión social y la cooperación globales. Las ramificaciones de la crisis, en términos de malestar social, fragmentación política y tensión geopolítica, prosigue, puede mellar la respuesta a “otros riesgos clave de la próxima década: ciberataques, armas de destrucción masiva y, especialmente, cambio climático”.
En este contexto, América Latina no aparece bien posicionada en este “Horror Show” global; según el informe, en la región se implementaron los más astringentes confinamientos y restricciones de movilidad y, aunque el virus llegó más tarde, la “resistencia cultural” en algunos países, un alto nivel de informalidad laboral, protección social limitada y décadas de sub-asignación de recursos a los sistemas sanitarios resultaron en “bajos niveles de cumplimiento, centros de salud sobrepasados y altas tasas de mortalidad”, dice el reporte.
De hecho, un par de ilustraciones evidencian el pobre desempeño de la Argentina frente a la pandemia. El primero de ellos muestra las respuestas de 16 países -en términos del estímulo fiscal- al virus, y el desempeño económico resultante, medido por la variación del PBI. Como se observa en el gráfico de abajo, Argentina aparece como el país cuyo PBI más se contrajo y el quinto de más bajo estímulo fiscal, asociado a la endeble situación de recursos y acceso al financiamiento en que ya se encontraba el país, y que se deterioró aún más a lo largo del año pasado.
Otro panel, mucho más extenso, muestra en gráfico de dos ejes; la variación del PBI en el vertical, y en el horizontal la cantidad de muertos de covid-19 cada 100.000 habitantes, al 30 de noviembre pasado, es decir, hasta hace poco menos de dos meses. Allí puede observarse la mala ubicación argentina en una constelación de casi cuatro decenas de países de todas las regiones del mundo: tercera mayor caída del PBI, sólo superada por Perú y España, y sexta mayor cantidad de muertes de covid-19 cada 100.000 habitantes, detrás de Bélgica, Perú, España, Italia y el Reino Unido, teniendo en cuenta además que para entonces los países europeos ya habían sido alcanzados por la segunda oleada de la pandemia.
Fuente: Infobae.