La glándula pineal está entre los dos hemisferios del cerebro por encima del tálamo, enlazada a los ojos a través del ganglio cervical superior y el cuerpo calloso, todo este pequeño sistema, dentro de nuestro cerebro, constituye el puente antakarana que nos une a lo divino, invisible a nuestros ojos físicos.
Si se seccionara el cerebro longitudinalmente, veríamos la similitud de la forma de este sistema que mencioné con el símbolo egipcio: el ojo de Horus. Este asombroso parecido nos indica que los egipcios sabían que esa parte del cerebro esconde un secreto de visión y capacidad mental superior en el ser humano, asociado al tercer ojo que nos provee una visión extrasensorial.
La escuela de misterio del ojo de Horus fue creada por el dios Thot, cuyas enseñanzas fueron rescatadas por Akenatón (faraón que vuelve a Egipto al monoteísmo) y nuevamente rescatadas luego por Moisés, que la delega al pueblo esenio que él formó, en cuyo seno nace Jesús, y en sus enseñanzas hoy nos llega en forma vedada a través de la decodificación de Su lenguaje simbólico, la información otrora brindada en esa escuela de misterio.
La glándula pineal tiene forma de cono de piña, como la que se encuentra por encima de las cabezas de las estatuas del Buda. Vemos como todas las antiguas culturas trataron de mostrarnos con símbolos, que nos llegaron hasta nuestros días, la importancia de dicha glándula que esconde un poder mental o espiritual que ha sido ignorado y/o suprimido hasta hoy.
Una de las formas de suprimir la actividad de dicha glándula es calcificándola con el flúor presente en las pastas dentales e incluso, el poder oscuro que rige las grandes empresas internacionales y gobiernos, lo pone en el agua.
En diciembre del 2020 se dio inicio a la activación de la glándula pineal con los fotones del Sol, por lo que debemos tomarlo 10 a 20 minutos diarios, vestidos, en cualquier hora del día; aparte tenemos que fotonizarnos con la comida (frutas y vegetales) que tiene que ser alcalina, tomar agua con limón y agua solarizada.