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A casi once meses de que se declaró la pandemia a causa del COVID-19, PRIMERA EDICIÓN dialogó con el sacerdote Carlos Viera, quien se encuentra al frente de la Parroquia Santa Teresita de Leandro N. Alem y además es integrante del Comité de Crisis de la ciudad.
En marzo del año pasado, Viera, junto al comité de Crisis y la intendencia, habían abierto una cocina centralizada para ayudar con comida a las familias del municipio que, tras declararse el aislamiento obligatorio, debieron cesar sus actividades y se encontraron sin poder trabajar.
“Trabajamos casi cuatro meses con la cocina centralizada y llevando la comida a los barrios, desde que se inició la pandemia hasta que se comenzaron a reanudar las actividades. Pudimos ayudar con comida a 450 familias de distintos barrios de Alem. Cocinábamos en la cocina de la Parroquia, porque acá tenemos todo para hacerlo y llevábamos en ollas a los barrios con todo el protocolo de bioseguridad, y las familias buscaban la comida que incluía pan y frutas. Cuando comenzaron a levantarse las restricciones, la gente misma comenzó a dejar de buscar el alimento, me decían ‘padre, ya puedo volver a hacer mis changas, así que no vamos a retirar más la comida’, la gente es muy honesta. De esas 450 familias que se ayudó en esos cuatro meses quedaron 100 que ahora están yendo a los ocho comedores que tiene hace años la Municipalidad y que volvieron a funcionar”.
Con respecto a cómo ve Viera, como sacerdote, el ánimo de la comunidad, ante esta situación inédita que vive el mundo entero a causa del virus, el sacerdote contó “hay gente muy angustiada, están los que se apoyan en la fe, hay gente con intriga de qué va pasar mañana, que no puede proyectar, porque no se sabe qué va pasar, es una situación angustiante, yo creo que cuando pase la pandemia en la parte biológica vendrá la parte psicológica, la gente está agotada, cansada, estresada, las fiestas quiso despertar la alegría de la gente y se aplacó todo con eso de los amontonamientos, acá no se permitieron las fiestas afuera ni en Navidad ni en Año Nuevo, no se juntaron, hubo algunos, pero el comportamiento de los chicos fue positivo con respecto a esto. Son jóvenes, quieren salir, pero hay que entender que nuestras acciones pueden terminar afectando a otros”, indicó.
Con respecto a las celebraciones religiosas, el padre Viera contó que “las celebraciones siguen dándose, siempre con protocolos de bioseguridad, hay alfombras con lavandina en las entradas, toma de temperatura, alcohol en gel y por supuesto el uso del barbijo. Hasta ahora no hubo contagios por venir a la misa”, indicó.
Con respeto a los adultos mayores, que son los que siguen recluidos después de tantos meses, el sacerdote contó “nosotros tenemos misas de martes a viernes a las 7 de la mañana, y como los adultos mayores suelen ser madrugadores, vienen en ese horario, tienen ese espacio. La gente entiende la situación”, indicó.