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En menos de dos horas el productor de rosellas, Antonio Dos Santos, lo perdió todo. Meses de esfuerzo para armar los plantines, arar la tierra, procurar el agua para regar los cultivos (con un balde durante la sequía de noviembre, diciembre y parte de enero) desaparecieron ante sus ojos con la granizada que azotó a su pueblo el martes último, justo cuando todo estaba listo para cultivar.
Antonio y su esposa Graciela Techeira son padres de cuatro hijos, uno de ellos todavía está en camino y la mayor tiene tan sólo 9 años. Las rosellas representaban el 80% de sus ingresos y la pareja no sabe siquiera si va a poder salvar algo que vuelva a brotar.
“En este momento cualquier ayuda para volver a levantar mi producción nos vendría bien, porque hasta ahora nos estábamos arreglando como podíamos, sacando fiado en las agropecuarias. Lo que sobreviva del temporal, si es que rebrota algo, es lo único que nos podría generar ingresos para los próximos meses”, fue su relato a PRIMERA EDICIÓN. Se había atrevido a soñar algo más para sus seres queridos y apostó a la “flor de Jamaica” para diversificar.
Ocurre que la producción de rosella es algo habitual en el norte de la Patagonia, pero se ha vuelto una alternativa productiva para la zona por su potencial económico. Se trata de un fruto muy apreciado que se destaca por sus propiedades nutritivas ya que son una gran fuente de vitamina C, fibra y aportan vitamina A, potasio, hierro, magnesio, calcio y proteínas.
El hombre contó, por ejemplo, que con la venta de tan sólo 10 kilos podía cubrir el costo de su arribo a la feria de Posadas. Sin embargo, más allá de eso, el trabajo de producción y su costo fueron elevados para él.
Para arar la tierra, el colono ni siquiera dispone de maquinaria agrícola: “Trabajamos con bueyes y arado, esa es la realidad en pleno siglo XXI del pequeño productor”, lamentó.
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Antonio había comenzado a cultivarlas primero para sí y a medida que fue conociendo su potencial económico se atrevió a diversificar hasta que se volvió lo más fuerte de su cosecha.
“Nuestro medio de subsistencia son los cultivos. Las rosellas eran nuestro fuerte, ya que, aunque teníamos verduras y hortalizas para ayudar, es mínimo. No tenemos otros medios para sobrevivir”, explicó al referirse que no tiene ningún otro ingreso.