No es mago, pero el último domingo, Rudi Bundziak logró algo único. Miles de misioneros se subieron por primera vez a un auto de carreras. No fue real, claro, pero casi: como nunca, media provincia encendió el televisor al mediodía y empujó el Ford Falcon del piloto de Puerto Iguazú hacia su primer triunfo en el TC Mouras.
“La gente vivió este triunfo conmigo arriba del auto. Todavía hoy sigo recibiendo mensajes desde Misiones, audios de gente emocionada hasta las lágrimas, videos de familias completas abrazándose cuando crucé la meta. Es algo hermoso poder hacer feliz a otro, todo lo que diga me queda corto para agradecerles”, confiesa Rudito, con la humildad que lo caracteriza, el día después de un triunfo histórico para el automovilismo misionero.
Bundziak ganó la tercera fecha del Mouras en La Plata y cortó así una racha de casi 23 años sin triunfos de la tierra colorada en categorías de la ACTC. El último había sido Carlos Okulovich padre, en 1998, en el TC Pista. De allí la importancia del logro. Y el día después del hito, EL DEPORTIVO habló con el piloto de la Triple Frontera, quien contó sus sensaciones y no se olvidó de agradecer a todo Misiones por el aguante.
Rudi, en la final le sacaste siete segundos de diferencia al segundo… ¿Cómo se siente no ver a nadie en el espejo retrovisor?
No ver a nadie en el espejo es la mejor sensación del mundo (se ríe). Venís tranquilo, sin la preocupación de que te puedan atacar o que puedas cometer algún error, marcando el ritmo de carrera. Además, venís más relajado, no le exigís tanto al auto, tirás los cambios con menor régimen de RPM.
¿Imaginabas que tu primer triunfo en el Mouras iba a ser así?
La verdad es que no imaginaba una carrera así. Desde que arrancó el finde, mejor dicho, el año, eramos conscientes con el equipo de que nos faltaba mejorar el auto. Y lo veníamos haciendo, pero no pensábamos que este iba a ser el fin de semana de la victoria. La clasificación no había sido rápida, en la serie mejoramos, fue muy buena, teníamos un auto muy bueno, con ritmo, y sacamos una ventaja de tres segundos.
¿Cuándo vieron que era posible ganar la final del domingo?
Creo que fue el domingo por la mañana, en la serie. Ahí vimos una posibilidad medianamente clara de ser rápidos. En la serie (N. de R: Rudito ganó la suya, fue el más rápido y largó la final adelante) nos dimos cuenta de que podíamos pelearla. Estábamos expectantes de lo que iba a hacer Olmedo (N. de R: actual puntero y quien largó segundo; Rudi está tercero en el campeonato) pero gracias a Dios la largada fue muy buena, traté de estirar al máximo el frenaje del curvón para evitar un sobrepaso de él por afuera.
Vuelta a vuelta fuiste sacando diferencia… ¿qué te iba diciendo Josito Di Palma a través de la radio?
(N. de R: Josito Di Palma es director deportivo del equipo Quilmes Plas). Él siempre me transmitió la mayor tranquilidad posible. Antes de la final, como era la primera vez que largaba adelante, uno siente ese cosquilleo, la ansiedad. Y él, con toda su experiencia, estaba igual (se ríe), pero supo tranquilizarme y decirme qué hacer y qué no. Ya durante la carrera, la comunicación fue muy poca, yo cuando estoy arriba del auto no suelo hablar mucho porque vengo muy concentrado. Él me iba tirando cosas claves, que vayamos tranqui, que teníamos buen ritmo, que cuidemos, que la carrera la manejaba yo. En la última vuelta me dijo… “última vuelta, venimos bien”.. Y cuando pasé la bandera a cuadros, arrancó el griterío.
¿Qué sentiste al ver esa bandera a cuadros?
Es una emoción tremenda. Ahí te acordás de todo, de los esfuerzos de tantos años, del trabajo incansable que hicimos, de las horas de dedicación. Imaginate que el encargado del auto, Ariel Giambroni, estaba en cuclillas, a punto de llorar. Se nos dio al fin. Y es un conjunto de todas esas emociones.
¿Qué fue lo primero que hiciste al bajarte del auto?
Primero que nada, lo llamé a mi viejo, estaba con mi vieja, emocionados hasta las lágrimas. Hablé un rato con ellos. Y después, cómo podía, me puse a responder todos los mensajes. Tenía muchísimos.
¿Respondiste a todos?
Sí, cuando llegué al departamento en Buenos Aires eran las 16 y ahí me tiré en el sofá y a responder hasta las 21. Siempre me tomo el tiempo para eso, es algo que me gusta, además, la gente se toma el tiempo para escribirme, entonces no puedo hacer menos que eso. Sigo respondiendo mensajes hasta hoy. Hubo muchos muy lindos, gente de Iguazú que me mandó audios llorando de la emoción, videos de familias que se abrazaban en el momento en que cruzo la meta. La verdad es que me emocioné por lo menos unas setenta veces. La gente vivió conmigo este triunfo arriba del auto.
¿Imaginaste alguna vez todo eso que generaste en Misiones?
Es algo increíble, ya desde que corrimos la serie que me estaban mandando fotos. Y la verdad es que es algo hermoso hacer feliz a la gente. Para mí, la mitad de la audiencia de la tele el domingo era de Misiones. Estoy muy contento y muy orgullos por todo eso. La felicidad de la gente es increíble, todo lo que diga me queda corto para agradecerles, no alcanzan las palabras.
¿Pudiste dormir algo?
Me dormí como a las 3 y hoy ya me levanté a las 8… Me levanté y seguía respondiendo mensajes. Por ahí, me colgaba un poco y me quedaba pensando en todo esto, en todo lo que logramos, en lo lindo que es hacer historia para Misiones.
El triunfo ¿te acerca un poco más al sueño de estar en el TC?
Totalmente. Cada vez estamos un pasito más cerca, cada carrera es un paso más, cada entrenamiento, cada salida al autódromo hace que estemos un poquito más cerca de ese objetivo.
¿Y el trofeo? ¿Ya está en la vitrina?
(Se ríe). Lo tengo al lado del trofeo de la victoria del Turismo Pista, el año pasado en Olavarría, acá en mi departamento. Pero ya lo tengo decidido: cuando vuelva a Misiones, lo voy a cargar en el auto y lo voy a llevar para allá, a agradecerle a todos mis sponsors, a la gente por el acompañamiento, a los medios… Me voy a dedicar el tiempo a hacer eso. Y va a terminar en la vitrina de mi casa, en Puerto Iguazú. Si Dios y la Virgen me ayudan, próximamente tendremos más.