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Tenía una habilidad técnica extraordinaria, una zurda majestuosa, un equilibrio supremo y una conciencia táctica. Era un jugador que elevaba a todos los que estaban a su lado. Pero la grandeza también es narrativa.
Lionel Messi es probablemente tan talentoso como Maradona y a lo largo de su carrera habrá ganado más títulos, marcado más goles y rendido con mayor regularidad al más alto nivel. Pero nunca ha conmovido el corazón de los argentinos como lo hizo Maradona. La narrativa exige que la oscuridad acompañe a la luz y con Maradona también hubo mucho de eso.
Creció a base de talento desde sus comienzos
Cuando nació, Maradona llegó con la fuerza de la profecía. Era pequeño, pobre y no seguía una buena alimentación, así que le dieron suplementos e inyecciones para fortalecerlo. Era temperamental, así que lo consintieron. Esto tuvo malas consecuencias en el futuro ya que Maradona se acostumbró a tomar drogas y a salirse con la suya.
Boca Juniors estuvo a punto de quebrar al incorporarlo desde Argentinos Juniors, pagando en dólares justo cuando el peso se devaluaba. Así que organizó diversos amistosos para recaudar fondos hasta que, finalmente, lo vendió al Barcelona en un traspaso récord para el club. Nunca se asentó allí, pero, en realidad, ¿cómo podría esperarse que lo hiciera este chico acostumbrado a la miseria de su barrio de origen? Se llevó a su familia, pero su madre se sentía tan incómoda en el nuevo entorno que sufría ataques de pánico.
Maradona se enfrentó a momentos difíciles, cuando comenzó a consumir cocaína. Contrajo hepatitis. El Barcelona redujo sus pérdidas y lo vendió por otra cifra récord, esta vez al Nápoles. En los seis años siguientes, inspiró al club y los llevó a ganar dos ligas italianas, todo un éxito para el conjunto napolitano. Llegó cuando el equipo estaba en la segunda categoría del fútbol italiano y consiguió llevarlo a ser campeón, solo al alcance de un jugador como Maradona.
Éxitos con la selección argentina
En 1986, condujo a Argentina al título de la Copa del Mundo. No fue exactamente, como algunos han afirmado, un triunfo de un solo hombre, pero su brillante actuación fue fundamental para el equipo. Su gol contra Inglaterra en los cuartos de final y otros dos contra Bélgica en las semifinales, y luego su asistencia en el gol de la victoria en la final contra Alemania Occidental, significaron que tuvo una influencia más directa en la obtención del trofeo que cualquier otro jugador en los últimos 50 años.
Muchos aficionados pueden revivir aquella victoria ya que se han creado máquinas tragaperras ambientadas en el Mundial, en las que se pueden aprovechar bonos sin depósito que ofrecen algunos casinos online. Aquel triunfo cimentó su leyenda en Argentina: había cumplido la profecía. Se convirtió en una figura mesiánica, y así, en su momento de necesidad, los argentinos recurrieron a él.
La primera vez fue después de que una humillación por 5-0 contra Colombia la dejara en peligro de no llegar al Mundial de 1994. Había dejado el Nápoles tras no superar un control antidopaje y se enfrentaba a cargos por drogas en Buenos Aires. Pero volvió. Se puso en forma, hizo que su país superara la eliminatoria del Mundial contra Australia y luego marcó en el Mundial de 1994.
La nación volvió a recurrir a él en 2009, esta vez como seleccionador, ya que la clasificación para el Mundial volvía a ir por mal camino. No tenía ningún historial de gestión. Su etapa como entrenador fue un caos. Y, sin embargo, en dos partidos vitales, contra Perú y Uruguay, Argentina consiguió la victoria en los últimos minutos. De alguna manera, la idea de Maradona había prevalecido, al menos hasta que se enfrentó a Alemania en los cuartos de final de Sudáfrica.
Siempre estaba luchando contra sus demonios y siempre estaban ahí. Era un genio, pero era un genio torturado. Sufrió por su grandeza. En Nápoles inspiraba devoción; en casa, en Argentina, inspiraba fe. Para un jugador de su talento, tres títulos de liga, dos copas nacionales, una Copa de la UEFA y un Mundial no parece mucho. Pero la grandeza está en algo más allá de los títulos.