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Alrededor de 931 millones de toneladas de alimentos se desperdiciaron en 2019, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Los hogares fueron responsables, de forma individual, de más de la mitad de eso, y el resto provino de minoristas y la industria de servicios de alimentos.
Nuevas estimaciones -según el trabajo- muestran que alrededor de 17% de los alimentos disponibles para los consumidores en todo el mundo ese año terminó siendo desperdiciado.
El asunto es aún más apremiante cuando se evalúa en conjunto con otro análisis de la ONU que rastrea el problema hacia el origen en la cadena de suministro y muestra que 14% de la producción de alimentos se pierde antes de llegar a las tiendas.
Medio ambiente
Los desechos se producen en todos los puntos de la cadena, desde el campo hasta la mesa.
El desperdicio y la pérdida de alimentos -publicó Bloomberg- son responsables de hasta 10% de las emisiones globales, según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
Si se tratara de un país, este desperdicio ocuparía el tercer lugar en el ranking de las mayores fuentes de gases de efecto invernadero en el mundo, después de China y Estados Unidos.
Entre las soluciones climáticas más efectivas, la iniciativa Project Drawdown, sin fines de lucro, coloca la reducción de los desperdicios de alimentos antes que el cambio a autos eléctricos y a dietas basadas en vegetales.
El último informe del PNUMA sugiere que la cantidad de alimentos desperdiciados por los consumidores podría ser aproximadamente el doble de la estimación anterior.
Estímulos e incentivos
Los hallazgos deberían ayudar a los países a establecer objetivos de reducción de los desperdicios de alimentos y crear formas de registrar el progreso.
Hasta ahora, pocas naciones han incluido la reducción de residuos en sus presentaciones previstas en virtud del acuerdo climático de París. Garantizar el progreso en la lucha contra esta fuente de emisiones de carbono dependerá en parte de que los países adoptan una metodología común.
Algunos gobiernos están ofreciendo estímulos e incentivos para cambiar el comportamiento, y esto va más allá de la implementación de campañas de concientización.
Por ejemplo, menciona el informe, en Corea del Sur, los recolectores de basura cobran a los hogares según el peso de sus desperdicios de alimentos.
Afectados
Los países de bajos ingresos y dependientes de las importaciones podrían estar entre los más afectados. Se proyecta que sus necesidades de importación de cereales superarán el promedio en la temporada 2020-2021.
El mayor aumento de precios de alimentos desde 2008
El aumento en los precios de los alimentos que está mermando los presupuestos de los consumidores y afectando a algunas de las naciones más pobres muestra pocas señales de ceder.
Un indicador de las Naciones Unidas de los costos globales aumentó por noveno mes consecutivo en febrero, la racha más larga desde 2008, cuando el mundo enfrentó la primera de dos crisis alimentarias en varios años. El mes pasado, los precios de productos desde el azúcar hasta los aceites vegetales aumentaron, lo que elevó el indicador general a un nuevo máximo de seis años.
Los precios de los alimentos subieron debido a las enormes cantidades de cultivos que compra China, las adversas condiciones atmosféricas que amenazan las cosechas y la reducción del suministro de productos como los lácteos.
Los mayores precios de los alimentos básicos se están viendo reflejados en los estantes de los supermercados, y los mercados emergentes se ven particularmente expuestos. Además de exacerbar desigualdades alimentarias en países afectados por la pandemia del COVID-19, los mayores costos de la comida conllevan el riesgo de acelerar la inflación, lo que dificulta a los bancos centrales proporcionar más estímulos.
“Esta presión es muy preocupante”, dijo Shirley Mustafa, economista de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), con sede en Roma.
“Los mayores precios internacionales realmente podrían exacerbar las dificultades económicas causadas por la pandemia, especialmente para algunos grupos vulnerables”, agregó.
Los países de bajos ingresos y dependientes de las importaciones podrían estar entre los más afectados.
Se proyecta que sus necesidades de importación de cereales superarán el promedio en la temporada 2020-2021, indicó la FAO en un informe. También estimó que unos 45 países necesitan asistencia externa para alimentos.
Los precios globales de los alimentos todavía están muy por debajo de un máximo de 2011 y hay señales de que los aumentos en los precios de los cereales se están desacelerando, ya que sus costos avanzaron 1,2% el mes pasado, la menor alza desde julio. Los problemas de suministro disminuirán gracias a que se proyecta que la producción de trigo alcanzará un récord de 780 millones de toneladas la próxima temporada, mientras que la producción de maíz en América Latina superaría el promedio, indicó la FAO.