La campaña de vacunación destapó grandes deficiencias organizativas en algunos países, mientras que encumbró la eficiente labor de otros. Ante la difícil tarea, que algunos países supieron resolver, en América Latina brillan los contrastes.
Mientras algunos estados están marcados por el cuestionamiento a las autoridades sanitarias y a la desorganización de sus gobernantes, uno en especial se convirtió en ejemplo internacional por su buen hacer.
Sobre tres ejemplos, hay dos en los extremos y uno en el centro en términos de eficiencia de la gestión: Brasil, Perú y Chile.
El abismo brasileño
Brasil demostró que la capacidad y responsabilidad de los gobiernos es una clave de análisis en la lucha contra la pandemia. El gigante sudamericano goza de un sistema de salud robusto entre el resto de los países del continente, pero su gobierno puso en riesgo a su población.
Un estudio reciente de la Universidad de São Paulo analizó discursos públicos, legislación y medidas del gobierno de Jair Bolsonaro para saber su estrategia para intentar promover la inmunidad de rebaño. Dicho estudio halló que el cuestionamiento continuo de la pandemia por parte de Bolsonaro puso en riesgo a su población.
Esto fue promovido por su apoyo a medidas ineficaces como la hidroxicloroquina, su negativa al confinamiento o a cualquier tipo de medida anti-COVID, y su incesante bloqueo a aquellos estados municipales o regionales que las apoyaban.
Estas cuestiones previas, unidas a la lentitud en la negociación de las vacunas, ralentizaron su campaña de vacunación y fue calificada de desorganizada y caótica. A 15 de marzo sólo se habían administrado 0,11 dosis por cada 100 personas.
Las medidas que el Gobierno brasileño implementó, unidas a la lentitud en la vacunación, cultivan un clima perfecto para el surgimiento de variantes en el país, aseguran los médicos que se quejan de falta de medios.
Bolsonaro prometió un nuevo medicamento israelí en fases todavía muy preliminares de estudio.
El escándalo peruano
Perú tuvo varias dificultades para negociar las vacunas que se sumó a su falta de recursos y fortaleza en comparación con países como Brasil y Argentina. El país andino sufrió cierta inestabilidad política que no ayudó a mejorar su posición en el momento de las negociaciones.
Sin embargo, se sobrepuso y aseguró acuerdos de vacunas para inmunizar a su población. El país consiguió acoger algunos estudios de ensayos iniciales de las vacunas, se llegó a un acuerdo con la china Sinopharm para que la suya fuera la principal, e incluso con Pfizer (cuyas primeras dosis llegaron hace dos semanas) y AstraZeneca, cuyas dosis no están previstas hasta septiembre.
El bautizado “Vacunagate” peruano saltó a la primera plana poco después de comenzar la campaña. Casi 500 altos cargos, entre ellos el expresidente Martín Vizcarra y algunos funcionarios del actual gobierno (y sus familiares y amigos) fueron acusados de vacunarse en secreto antes de tiempo, mientras el país estaba sumido en la pandemia.
El éxito chileno
Multitud de medios y organismos alabaron la campaña chilena como ejemplo de eficacia y eficiencia. A 16 de marzo el país administró 1,53 dosis por cada 100 habitantes, cifra que lo convierte en uno de los líderes de la vacunación mundial.
El país trasandino pasó de ser criticado por su inacción con las altas tasas de infección y su falta de credibilidad a ser alabado por su concepción logística y buen hacer en la campaña de vacunación.
¿Cómo lo hizo? Un artículo en The Economist aludía a dos razones principales: la primera era la falta de acuerdo, planificación y colectividad de los países latinoamericanos. Mientras la unión africana compró vacunas al por mayor, en América Latina cada país se ocupó de negociar por su cuenta, lo que destapó grandes desigualdades. Además, Chile acogió ensayos iniciales de algunas vacunas y supo negociar bien y de forma temprana.
La segunda razón que esgrime el diario es que el programa de inmunización chileno posee una base de datos digital actualizada.
Chile aseguró vacunas de más de tres farmacéuticas, e intenta ahora sumar la Sputnik V. Además, fue el país de América Latina que más temprano inició su campaña de vacunación, el 24 de diciembre.