El próximo viernes cumple tres décadas y aunque se creó a imagen y semejanza de otros bloques exitosos (o no tanto) del concierto de naciones, el Mercado Común del Sur no es otra cosa más que un verdadero cúmulo de buenas intenciones.
Nada más vale remitirse a lo que sucede año a año, en cada una de las reuniones del bloque, cuando lo que impera es el llamado aun abroquelamiento definitivo, a impulsar de una vez por todas el MERCOSUR.
Producto de cambios ideológicos locales y regionales, de la impericia y también de las mezquindades, el MERCOSUR jamás vio la luz tal y como fue concebido y nada demuestra que vaya a suceder.
Porque a todas luces, el bloque es hoy un espacio de disputa de poder, una mera plataforma internacional para que sus integrantes planteen las diferencias internas.