¿Sabías que los colores tienen su propio lenguaje? La mejor manera de interpretarlos es relacionando la observación con el sentir, sea bueno o malo, en la vida todo es dualidad al igual que los colores, pero hoy me quiero enfocar en esos que no están dentro de los siete del arcoíris y cómo interpretarlos.
Rosa: se forma por el blanco, el rojo y un toque de gris, este color nos lleva a un estado de dulzura, de cuidado y suavidad, muy ligado a lo femenino desde lo cultural, pero en cuestión de energía nos habla de algo que se está gestando, algo que comienza a tener fuerza, pero que todavía está en una situación de “inmadurez”, por así decirlo. Las personas que les gusta este color tienen todas las características anteriores y se muestran de manera vulnerable ante cualquier situación. Son personas que parecen débiles y frágiles, pero que obtienen su fuerza desde las características mencionadas anteriormente: suavidad y dulzura.
Negro: en realidad es la usencia total de luz por lo que no es considerado un color, de igual manera lo vamos a tomar como uno. Así como la luz tiene poder la oscuridad también, el negro es el mejor escudo que nos podemos poner a la hora de vestirnos, no es simplemente porque nos estiliza sino que actúa de barrera, de protección, incluso nos ayuda a disimular o tapar cosas que interiormente no queremos mostrar, decir, enfrentar. Por eso, las personas que se encuentran en estado de depresión o con mucha angustia, las personas “rotas”.
En contra posición, el negro es muy poderoso en cuanto liderazgo, a marcar jerarquías, habla de liderazgo, elegancia y seguridad, de igual manera sigue siendo un escudo para mostrarnos seguros y con decisión propia.
Ambos, el rosa y el negro funcionan muy bien cuando están combinados mostrando la suavidad y vulnerabilidad con el poder y la seguridad, podría decirse que juntos se equilibran. Es bueno tener en cuenta estos colores a la hora de mostrarse vulnerables sin perder la seguridad además de sentirse protegidos.
Te invito a sentir los colores con los que estás mostrándote al mundo y recordá que también estás hablando de vos sin hablar, con los colores que llevas puesto.