La ENET Nº 1 -hoy Escuela Provincial de Educación Técnica (EPET) Nº 5 “Fray Luis Beltrán”- nació por una inquietud de los vecinos que se nuclearon en una comisión cooperadora y trabajaron para lograr la creación del establecimiento. Empezó a funcionar en el predio de la Cooperativa de Obras y Servicios Públicos de Apóstoles Limitada (COSPAL), por calle Alvear y Sarmiento. Luego se adquirió el terreno actual, que abarca una manzana y está ubicado en el barrio Las Ruinas. Fue en ese entonces “que los alumnos venimos a levantar los talleres con la colaboración de los profesores, a traer los ladrillos, a levantar las paredes, los muros”, manifestó el director, Felipe Daniel Artymyszyn, quien completó los estudios en esa prestigiosa institución desde primero a sexto año. “Así se fue forjando esta escuela técnica para beneficio de la Zona Sur de la provincia”, destacó.
Al iniciarse tenía una sola orientación, la de técnico mecánico nacional. En 1995, con la ley de traspaso de las escuelas nacionales a las provincias, la ENET pasó a ser EPET.
En 1998/1999 tras un amplio debate que se dio entre alumnos y profesores, se la designó “Fray Luis Beltrán”, en homenaje al herrero de San Martín (fabricante y organizador de la artillería del Ejército de los Andes).
“Llevamos 47 años formando técnicos en la región. El 18 de marzo de 1973 llegó por correo un documento que daba cuenta de la creación de una escuela técnica para Apóstoles. Y se concretó el 19 de marzo de 1974, con 60 alumnos, bajo la responsabilidad de Carrillo Moreno”, recordó.
Sostuvo que el año pasado “nos vinculamos con los alumnos mediante la virtualidad. Recién a fines de 2020 pudimos concretar las prácticas de los alumnos de sexto año, que ya se iban de la escuela. Este año comenzamos con mucho entusiasmo porque había estudiantes a los que no conocíamos. Era un reto también para todos los docentes. Ahora, estamos en un proceso de revinculación, encontrándonos con los contenidos. Es como una triada didáctica: los alumnos, el docente y el contenido”.
Contó que desde el primer año asisten a seis talleres. “El primer ciclo es básico u orientado, es decir, que el chico puede circular por cualquier escuela secundaria. Desde tercer año comienza la orientación específica, que continúa hasta sexto año: técnico en equipos e instalaciones electromecánicas, técnico en informática profesional y personal, y técnico en automotores”, explicó.
Entiende que la mejor manera que tienen los chicos de aprender, es socializando con otros porque “el ser humano no aprende solo, y que bien que pueda aprender con sus pares, y si son de otra provincia, mejor. En estos dos años no pudieron salir a las olimpíadas o al Centro Atómico Bariloche. Vemos con esperanza que en algún momento -o nos acostumbramos a la pandemia, o termina- podamos salir socializar lo que los chicos quieren aprender”.
Cuando en el hospital local, situado a metros de la escuela, se rompe una cama, una sillas de rueda, los chicos acuden a arreglar de manera solidaria pero “tenemos prácticas personalizantes con empresas, con el Municipio, que se deben hacer por ley para que el alumno pueda obtener el título”.
Según Artymyszyn, la suya, con una matrícula superior a los 500 estudiantes, es una escuela que “siempre buscó destacarse”. Ofrece la tecnicatura de Técnico Superior en Diseño y Equipos de Instalaciones Electromecánicas, que funciona en el turno noche, con salida laboral, que “es un poco la continuidad de estas tres ofertas curriculares de nivel secundario”.
Hace ocho que Artymyszyn está al frente de la institución pero se siente respaldado porque “hay un equipo que trabaja detrás. Uno tiene una visión, que se tiene que transformar en misión para los docentes, que la institución sea algo loable y que los estudiantes la elijan. Tiene que ser beneficiosa para los alumnos, y creo que durante estos ocho años lo hemos logrado. Cuando asumí había 212 alumnos y ahora tenemos 560, lo que demuestra que creció en un 100%. También en cuestiones de trabajo, porque teníamos dos orientaciones y ahora tenemos tres. De 60 docentes pasamos a 80 en actividad”, graficó.
Durante este año el establecimiento cuenta con un sistema bimodal, mixto o híbrido en cuanto a la presencialidad de los alumnos. “Eso hace que funcione Internet, la plataforma, que los asistentes técnicos estén atentos. Es un mundo nuevo para los que ingresan. El año pasado fue difícil porque no la teníamos”, agregó.
Indicó que de este colegio salieron varias personalidades. “El ser técnico te enseña a pensar. Hay muchos alumnos que hoy son médicos. Primero fueron técnicos y luego la vocación los llevó hacia la medicina. Por ejemplo, el Papa Francisco es un técnico químico, que se recibió en Buenos Aires, y después siguió la vida religiosa”. Quizás fue una coincidencia pero el Papa Francisco asumió el 11 de marzo, el día que lo nombraron director. Un cuadro del pontífice preside la sala de dirección.
El balance que hace de estos años al frente de la EPET Nº 5 es “muy positivo” pero asegura que para ser docente “tenés que tener mucha vocación. Me siento realizado aunque cada día hay desafíos a cumplir. Nuestros alumnos nos alientan a seguir cumpliéndolos porque, además, hay muchas necesidades. Algunos de ellos vienen con necesidades, y está en nosotros tratar de resolverlas. No está en nosotros como docentes, pero si las vemos y derivamos, hacemos de puente. Además, tratamos de incluir a todos, que en ocasiones es complicado”, señaló.
Para el director, esta escuela, la EPET (con cuyas siglas se forma la frase Educación para el trabajo) “sigue siendo un centro de amor y de cultura, debiendo dispersar estas semillas en todos los ámbitos del país, especialmente en la Zona Sur de la provincia al fructificar el amor, la cultura, los hábitos del trabajo en la juventud”.
Primeros tiempos
La Escuela Nacional de Educación Técnica Nº1 fue creada por ley del Congreso Argentino Nº 20617/73 y por el Decreto Nº 774/73 del Ministerio de Cultura y Educación. La creación se originó gracias al trabajo desarrollado por una comisión de vecinos de la Ciudad de las Flores que consiguió la cesión de una parte del local de la COSPAL para que funcionaran las aulas, con dos divisiones de primer año y un total de 57 alumnos inscriptos, aparte de las oficinas de dirección y secretaría.
De acuerdo a las crónicas de la época, los talleres se encontraban en el recinto de la exagencia Kia, pero, a la brevedad, deberían ser trasladados, ya que el espacio fue adquirido por la Asociación de Plantadores de Yerba Mate del Nordeste. “De producirse ese hecho, se procederá a su instalación en los locales de la COSPAL, donde se tiene proyectado montar un tinglado metálico”.
El presupuesto destinado a la escuela contemplaba a un director de tercera categoría, un secretario, dos preceptores, cuatro maestros de taller y enseñanza práctica y 50 horas cátedra.
“Este centro educacional está en funcionamiento gracias al aporte realizado por la Comisión Procreación, en primera instancia, y por la Asociación Cooperadora compuesta por padres, tutores y el pueblo en general”, se señalaba en un escrito de septiembre de 1974.
La comisión donó algunas máquinas y herramientas y 60 mesas tipo pupitre con sillas, contribuyendo, además, a cubrir los gastos de oficina, aportando materiales para los talleres.