Las emociones afectan nuestro rendimiento sin embargo durante años se pensó inadecuado tenerlas o demostrarlas, la única solución era omitirlas o reprimirlas.
Estos mandatos culturales nos condicionan y nos hemos habituado a poner el esfuerzo en que no se noten, las tapamos todo lo que podemos. Quizás porque no sabemos qué hacer, porque nos resultan desagradables, desestabilizantes o por asociarlas con rompimientos y angustias.
Imagina que intentas sumergir una pelota de goma en el agua. ¿Cuánto esfuerzo y tiempo te llevaría? La pelota hará fuerza hacia afuera directamente proporcional a la que vos hagas hacia adentro. Si la dejas flotar, sin embargo, no habrá reacción. ¡Así sucede con las emociones!
En cambio si las aceptamos como mensaje, una vez que hayamos extraído la información podremos fluir. Esto evitará entrar en este circuito poco saludable de esforzarnos por reprimirlas y que ellas salten como la pelota.
La emoción es movimiento. Es inconsciente, instantánea e inevitable, produce un impulso que va hacia afuera, hacia la acción.
Muchos pensamientos nos permitirán sacar conclusiones, pero sólo la emoción nos llevará a la acción. Por ejemplo, uno puede evaluar racionalmente la compra de un vehículo, hacer cálculos, comparar, etc. sin embargo es la emoción la que llevará a tomar la decisión y concretarla.
Al igual que el dolor nos avisa que algo daña nuestro cuerpo físico, las emociones nos avisan que nuestro cuerpo anímico está en riesgo.
Si en el afán de taparlas no tomamos la información que traen estaremos perdiendo la oportunidad de cambiar. ¿Cuántas veces las mantenemos vivas aferrados por ejemplo, a algún enojo? Reviviendo una y otra vez lo que “esa persona” nos dijo. Esto es inútil, en lugar de resistir, alojémosla, hagámosle un lugarcito para saber a qué viene, para saber qué es importante para nosotros en ese momento de intensidad.
Cuando una emoción no se puede procesar se expresa en el cuerpo. Ponerla en palabras es una manera de comprenderla.
Demos la bienvenida a nuestras emociones, mientras sean breves e intensas, nos movilicen a satisfacer una necesidad, no nos paralicen o nos hagan explotar, las emociones son sanas, nos cuidan y nos avisan.
Siguiendo a López Rosetti: “No somos seres racionales. Somos seres emocionales que razonan”. Integremos ambas facetas para vivir mejor. Aprovechemos nuestras emociones.