
“El miedo nunca acabará. Hace diez años lo llevo adentro y por más que me haya ido de Villa Bonita porque me amedrentó la policía, cada vez que recuerdo a mi padre el dolor paraliza”. Lucas Rafael Wasyluk (19) se aisló en brazos de parientes en provincia de Buenos Aires en 2019 pero aguarda hace diez años que la Justicia resuelva el crimen de su padre, masacrado a golpes en dependencias de la Unidad Regional II.
El joven dialogó con PRIMERA EDICIÓN a pocas horas que se cumpla un nuevo aniversario del homicidio de Hugo Miguel Wasyluk (38) detenido en Villa Bonita y hallado sin vida en la comisaría Primera de Oberá durante los primeros minutos del miércoles 27 de abril de 2011.
“Me vine a vivir a Buenos Aires, no soporté el temor en Villa Bonita ni en Oberá. En 2018 yo esperaba el colectivo para volver a mi casa desde la escuela de Acaraguá, eran las 18.30 y paró una camioneta en la ruta y se bajaron policías, uno de ellos con una escopeta en mano me golpeó la espalda y obligó a que no los mirara, me insultaron y amenazaron. Estaba con la remera del colegio, me revisaron la mochila y tuve que cerrar los ojos y no darme vuelta hasta que no sintiera más el ruido de la camioneta alejarse”.
“Estuve encerrado una semana sin ir a la escuela. Denuncié lo sucedido pero ni una sola respuesta, nada. Desde entonces relaciono eso con los gritos de dolor de mi padre mientras lo golpeaban”.
“Miedo, temor”, Lucas lo remarcó durante toda la entrevista con este Diario.
“Parece que no va a terminar nunca. Muchísimas vueltas y el homicidio de mi papá sigue sin ser juzgado. Trece acusados y diez años y ningún avance. No se puede explicar el miedo, cada vez que pienso en que me falta mi viejo, el dolor es inmenso. Lo agarraron y golpearon hasta matarlo, no se puede imaginar eso. Gritaba de dolor, pedía ayuda y lo dejaron morir en la comisaría Primera de Oberá. Esto me recorre la cabeza todos los días”.
Si Lucas no encuentra salida al miedo, mucho menos logra un respiro, una poco de alivio de la Justicia en cuanto al trajinar de la causa y la demora por juzgar a los trece acusados.
“A mi papá lo mataron porque sabía que los policías de Villa Bonita andaban en cosas malas. Y ellos sabían que no se iba a callar. Por eso lo molieron a golpes y después inventaron rumores de todo tipo, hasta que estaba metido en la droga. Mi viejo laburaba en la chacra, era un tipo fuerte y bravo, pero un trabajador rural. Sólo quiero una respuesta de la Justicia, no pido ni deseo vengarme de nadie. Espero que lo entiendan, mi familia, mis abuelos piden lo mismo: justicia”.
En la espera…
Desde mayo de 2015 el expediente por la muerte de Hugo Wasyluk está elevado a juicio y dentro de un trajinar de recursos defensivos que generan sorpresa aunque estén dentro de la legalidad. La semana pasada, el abogado patrocinante de la querella en esta causa, Rafael Pereyra Pigerl, solicitó informes “pronto despacho” al Tribunal Penal 1 de Oberá para que se vislumbre fecha o un panorama claro sobre la realización del debate.
No son pocas las dudas que decantan. De los trece policías involucrados, la mayoría ya pasó a retiro y, en este carácter, la calificación de sus imputaciones podría caer por prescripción de plazos, ya que tampoco podrían ser juzgados como funcionarios públicos.
Cabe recordar que, entre efectivos y personal médico, los acusados deberán responder por los delitos de “torturas seguidas de muerte, omisión de denuncia e incumplimiento de los deberes de funcionario público”, que incluyen eventuales penas de prisión perpetua.
Pedro De Mattos, Carlos Antonio Gómez, Ricardo Javier Rodríguez, Jorge Antonio Heijo, Wilson Ricardo González, Miguel Ángel Espíndola, Hugo Ariel Basaraba, Carlos Ariel Lentini, Andrea Roxana Harasimezuk, Alejandro Fabián Núñez, Luis Alberto Silva, Gustavo Javier Fontana y José Orlando Morales son los encartados.
De la instrucción de la causa surgió que De Mattos, Gómez y Rodríguez están vinculados a la golpiza, sobre el resto pesaría el delito de “incumplimiento”.
El horror
Hugo Wasyluk fue llevado a la seccional Primera de Oberá durante la noche del lunes 25 de abril de 2011 luego de ser detenido en Villa Bonita. Poco más de 48 horas después lo hallaron muerto en la celda 2 sentado sobre el inodoro. Sus últimas palabras a sus parientes fueron: “Mamá traeme frazadas, dame comida por favor, tengo hambre”. Uno de los acusados fue quien dio esos detalles a la Justicia.
La autopsia habló: “Shock hipovolémico y asfixia por aspiración de líquido intestinal (…) El cadáver presentaba múltiples lesiones traumáticas a nivel torácico de tipo compresivas, producidas con gran peso”.
“Tenía un gran hematoma retroperitoneal que se produce por traumatismo o hiperflexión del tronco, que provocó el desgarro de vasos arteriales que irrigan el intestino, lo que ocasionó el shock por las continuas pérdidas de sangre y la parálisis de los intestinos y abundante líquido intestinal, que es lo que provocó la aspiración que lleva a la asfixia y a la muerte”.