El 30 de abril de 1977, 14 mujeres asistieron a la Plaza de Mayo en reclamo por la aparición de sus hijos y nietos desaparecidos durante la última dictadura cívico militar (1976-1983).
En ese espacio público porteño permanecían en grupos, de pie, sin caminar, pero pronto los policías que custodiaban el lugar les indicaron que marcharan porque había Estado de sitio y estaban prohibidos los grupos de tres o más personas.
Así comenzaron las caminatas alrededor de la Pirámide de Mayo.
Azucena Villaflor de De Vicenti dijo: “Individualmente no vamos a conseguir nada. ¿Por qué no vamos todas a la Plaza de Mayo? Cuando vea que somos muchas, (Jorge) Videla tendrá que recibirnos”.
Así Villaflor creó la asociación Madres de Plaza de Mayo. La acompañaron Berta Braverman, Haydée García Buelas, María Adela Gard de Antokoletz, Julia Gard, María Mercedes Gard y Cándida Gard (cuatro hermanas), Delicia González, Pepa Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin, una mujer de apellido De Caimi y una joven que no dio su nombre.
Acordaron reunirse todos los jueves en el mismo lugar y por eso al principio la Junta Militar las llamó “Las locas de la Plaza”.
Con el correr de los años, se convirtieron en un símbolo de defensa de los Derechos Humanos en la región y el resto del mundo.