En medio de tantas incertidumbres que afectan a nuestra nación, es una buena oportunidad para implorar la intercesión de nuestra Madre, para que nos libere de tantas adversidades y cruces que nos afectan en este tiempo de la pandemia.
La devoción a la Santísima Virgen María, nos recuerda el lugar que ocupa como intercesora ya que Ella nos lleva a Jesús. Nuestro Señor es la fuente de todas las gracias. Nuestra Señora, es el canal de esas gracias. La Madre María, es ejemplo de esta fe tenaz e insistente que necesitamos en nuestra relación con Dios. Es la confianza plena en la Palabra de Dios, como nos dice en el Evangelio de San Mateo: “Pidan y se les dará” (Mt 7, 7-12), especialmente en los momentos difíciles y adversos de la vida.
María nos enseña a confiar en Dios con un corazón sencillo y humilde. La fe no es expresión de la inteligencia, sino la manifestación del corazón, que nada tiene que ver con la lógica y el pensamiento humano. Es lo que nos enseña la sencillez de nuestra madre María ante tantos acontecimientos de la vida, difíciles de comprender y encontrar respuestas.
En este tiempo de aislamiento social que estamos viviendo a causa de la pandemia y la crisis económica que padecemos, la Madre nos invita a abrazar las cruces de nuestro camino con la confianza puesta en Dios. El mismo Jesús nos recuerda que la cruz es un camino que nos conduce a la gloria. La Virgen María nos enseña a abrazar nuestras cruces personales para que la voluntad de Dios se cumpla en nuestra vida.
María nos invita a vivir una profunda intimidad con nuestro Dios, como nos dice el Evangelio de San Lucas: “María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lc 2,19). Ante tantos momentos de duda, dolor, sufrimiento e incertidumbre ella nos enseña de la importancia del silencio interior y la confianza plena, en la divina providencia, que va generar la paz y la serenidad necesaria para enfrentarlas.
En medio de tantas incertidumbres que nos rodean, María sigue siendo el gran ejemplo de la certeza del cumplimiento de la palabra de Dios, como nos enseña San Pablo: “cuando hay fe y amor, la esperanza no defrauda” (Rom 5,5), y esa es la fuerza motora para todos los que creen en Dios. Es la experiencia de un Dios que se hace presente en nuestra vida y nos envuelve con su amor, como el de una madre a sus hijos.
La Madre María, sigue siendo en la Iglesia, la “Reina del espíritu evangelizador”. Fue la primera evangelizada (cf. Lc. 1,26-38), permitiendo la escucha atenta a la voz del Espíritu Santo y el Sí a la voluntad de Dios, lo que hizo posible la Encarnación del Verbo. También es la primera evangelizadora (cf. Lc. 1,39-56), dándonos el ejemplo de compartir la Buena Nueva con su prima Isabel. Ella nos enseña a escuchar a Jesús en nuestras necesidades y carencias, como ocurrió en las bodas de Caná, diciendo: “Hagan lo que (Jesús) les diga” (Jn 2,5). Es un llamado a seguir el ejemplo de nuestra madre para salir al encuentro de nuestros hermanos necesitados con un espíritu de amor y solidaridad.
En esta hermosa ocasión al recordar a la patrona de nuestra Argentina y el próximo domingo celebrar la fiesta de nuestra Señora de Fátima, hagamos una gran cadena de oración rezando el Santo Rosario y pedir la liberación de la pandemia que azota al mundo entero. Que este nuevo aniversario de Nuestra Señora de Luján, sea una oportunidad para unirnos como nación venerando a nuestra Madre, que nos enseña a vivir la fe con pasión, orientando el corazón y la vida hacia Dios.
Que nuestra Madre del Cielo, interceda por todas nuestras intenciones, nos proteja, acompañe y nos lleve a su hijo Jesús.