Venancio Cambeiro fue un policía de carrera y comisario de prolongada actuación a principios del siglo XX en la zona Sur del entonces Territorio Nacional de Misiones. Fue uno de los pioneros de la localidad de Azara, y el primer comisario de ese municipio en 1901.
Es considerado uno de los primeros héroes de la Policía de la Provincia de Misiones y reconocido como tal por un acto de reafirmación argentina de la frontera. En 1906, el presidente José Figueroa Alcorta (que gobernó entre 1906 y 1910) firmó su traslado desde Azara al departamento Resistencia (territorio nacional del Chaco).
Cuando llegaron los inmigrantes ucranianos y polacos a Azara, allá por el año 1902, la zona estaba prácticamente despoblada, pero en las costas del río Uruguay, a unos ocho kilómetros, vivían familias de origen brasileño, mestizos de cuatreros y contrabandistas. Según se cuenta, todos ellos cargaban un revólver a la cintura, y amigos de los tragos, algunos de los cuales en tren de diversión iban al pueblo los domingos.
En esos días había llegado a la policía un nuevo jefe, el señor comisario Venancio Cambeiro, famoso por su coraje y lo expeditivo de sus procedimientos. Pues bien montados en muy buenos caballos ese domingo habían venido al pueblo dos brasileños que, apeándose en uno de los boliches que había, se estuvieron allí largo rato tomando caña y contando con prepotencia bravuconadas al prudente almacenero, que aprobaba y festejaba sus dichos. Montaron de nuevo a caballo para recorrer el pueblo, tirando algunos tiros para asustar a los gringos.
Al oír el comisario Cambeiro el primer tiro, tomó un buen teyuruguay (arreador) que tenía a mano y seguido del sargento enfiló hacia donde se estaban “divirtiendo” los dos “guapos”. De dos o tres certeros chicotazos los desmontó resueltamente de sus caballos y mientras éstos se levantaban estimulados por los chicotazos el sargento les aplicó otros dos a los caballos, que emprendieron el camino a la querencia. Los “guapos” fueron arreados a la comisaría, donde fueron amarrados a dos postes y severamente interrogados y aconsejados sobre la conveniencia de comportarse pacíficamente cuando volvieran.
En todo el pueblito se oían los alaridos de los dos guapos que después de debidamente aconsejados fueron “refrescados” con algunos baldes de agua fría y, siempre amarrados descansaron algunas horas, después de lo cual, descalzos y mojados, sin revólver ni cuchillo, fueron liberados con nuevas recomendaciones de buena conducta, volviendo a sus casas. Nunca más volvieron los guapos a divertirse al pueblo tirando tiros. Se casó con Clotilde Krieger, con quien tuvo cuatro hijos: Elvira, Pilar, María Teresa y Enrique Cambeiro Krieger. En la fotografía superior, tomada en las primeras décadas del siglo XX, se lo observa junto a su esposa y a tres de su cuatro hijos.
Artículo en el libro de Francisco José Zakowicz (2001): Anécdotas de Misiones.