Así es como con el tiempo todo lo que hemos comprendido a través de nuestro trabajo de interiorización puede revertir los aspectos no deseados de nuestra personalidad y limpiarnos para llegar a ser ese tipo de cristal tan transparente por donde la luz pueda pasar y habitar nuestro interior.
Cuando a través del amor vamos comprendiendo y comprometiéndonos con nuestra evolución sólo queremos limpiar los aspectos oscuros de nuestros pensamientos para volvernos hacia el corazón, es allí donde sucede la unidad de los opuestos.
Con mucha paciencia y dedicación casi diría que devoción hacia nuestra práctica, comenzamos a percibir lentamente un mundo nuevo.
Al principio, las nuevas comprensiones llegan como una luz tenue, en la medida que prestamos atención a su luz y seguimos los consejos de la voz de nuestra conciencia, esa luz se va expandiendo y ya no nos es posible apartarnos de su camino.
Como rayos de lucidez comienzan paulatinamente a llegar a nuestro interior, son ese tipo de comprensiones que sólo adquieren sentido al ser experimentadas desde la entrega al corazón. ¡Siéntelas y serán tuyas!
Inevitablemente sucede así la alquimia, comenzamos a distribuir en nuestro entorno todo aquello que hemos comprendido y nos volvemos radioactivos. Todo nuestro entorno responde a ese amor que fluye desde nuestro interior, amor que hemos logrado a través de la comprensión, comprensión que hemos logrado en forma directa a través de nuestro trabajo de interiorización.
Ya nada de lo externo puede condicionarnos, ya nada de lo externo puede modificar el interno.
A la luz de una nueva conciencia comienzan a ordenarse y acomodar los acontecimientos externos.
De manera sincrónica y sin buscarlo, el mundo externo responde a un nuevo alineamiento. La sincronía comienza a enviarnos mensajes y actuando como hoja de ruta nos van marcando el camino.
Los mensajes llegan a través de los libros, una frase nos alienta a seguir buscando, un encuentro fortuito con un amigo nos recuerda dónde quedamos atrapados en el camino.
Situaciones, libros, películas, imágenes, sueños lúcidos todo coopera para que no perdamos el rumbo y recordemos que somos un alma, que tenemos un cuerpo, que solamente vinimos a hacer experiencia, experiencia que nos recuerda y revive el anhelo profundo de conocer nuestra esencia para volver a casa.
Comenzamos así a habitarnos, más allá de los mandatos externos descubrimos el mandato interno del autogobierno ese que nos va a llevar como humanidad a un nuevo amanecer, ese que tanto esperamos fuera pero que se construye dentro de cada uno de nosotros.
Cuida tu jardín, nadie más que tú lo puede hacer.