En la columna editorial de la edición de ayer dábamos cuenta de una reciente encuesta de la Universidad de San Andrés en la que, de los 21 dirigentes de proyección nacional relevados, todos de primera línea y de alcance nacional, resultó que ninguno tiene imagen positiva.
El resultado de la encuesta se explica en buena medida en el estado de las cosas, el país grita crisis prácticamente en todos los rubros y el grueso de la clase política parece más interesada en batirse a duelo buscando mejores posiciones, que en resolver el drama cotidiano de millones de familias.
En las últimas horas esta tesis quedó en evidencia en el marco del debate de la, paradójicamente, ley de violencia institucional, cuando diputados del oficialismo y la oposición se cruzaron ante familiares de víctimas invitados a la reunión de comisión. Hugo Yasky, Fernando Iglesias y Paula Penacca protagonizaron un duro intercambio ¿La cuestión de fondo? La ácida grieta.
Las madres de las víctimas de violencia institucional observaron con indignación el intercambio: “Ver estos arranques de violencia duele, y más duele saber que estas son las personas que nos están representando en este momento”, se lamentó Cristina Castro.
“Perdonen que los abandone, pero dejé de lado dos horas de mi trabajo y tengo que volver a trabajar. Porque las mamás que estamos acá somos laburantes. Una vida entera cuidando a nuestros hijos con mucho esfuerzo para que mueran en manos del Estado”, se excusó… y se desconectó.
De su lado, María Soledad Laciar, agregó: “Estar acá y escuchar como pelean, si son de un partido o de otro, no me importa; esto me convence que nunca participaría en política… tuvimos que presenciar una situación en la que sentí que nuestra presencia importaba poco. Hagan un mea culpa, nosotros estamos pidiendo justicia por nuestros hijos y acá se están peleando por si son de un partido o de otro”, dijo.
La apatía que generan ciertos referentes de la política argentina es hasta peligrosa tratándose de un país atravesando una crisis con pocos paralelismos históricos. Convendría que lo entiendan de una buena vez, y que actúen en consecuencia.