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El sueño del pibe en tiempos de coronavirus. Ese podría ser el título para la historia que describe los últimos meses de Juan Carlos Portillo (21), el misionero que en tiempo récord pasó de jugar para Crucero del Norte, en el Torneo Federal A, a afianzarse como uno de los titulares de Unión de Santa Fe, en la máxima categoría del fútbol argentino.
Sin embargo, la rapidez con la que el oriundo de Puerto Rico se ganó su lugar en el Tate es apenas uno de los condimentos. Y es que el lateral vivió una verdadera odisea para llegar a Santa Fe, entendible desde el contexto epidemiológico que toca vivir, para cumplir con la primera prueba en Unión, en plena cuarentena dura, el player debió viajar ¡¡¡en remís!!! los 800 kilómetros que separan Posadas de la capital santafesina. Y no lo hizo solo: fue en compañía de Iván Molinas, otro exCrucero que aprovechó el viaje y siguió ¡¡¡otros 800 kilómetros hasta Mar del Plata!!! para sumarse a Alvarado de esa ciudad.
“Esto es algo muy lindo, como estar viviendo una película. A veces pienso y recuerdo que a muchos de los jugadores que hoy me toca marcar, hace algunos meses los miraba por la tele”, relató a EL DEPORTIVO el marcador tatengue, quien repasó junto a este suple esa insólita llegada a su nuevo club y las experiencias que vivió en los trece partidos que ya lleva como titular en la Primera del fútbol argentino.
Juanca, ¿cómo arrancaste con la pelota?
Todo fue por mi viejo, Leonardo, que es el más futbolero de la familia. Desde chico me motivaba, me acompañaba, jugábamos a los pases.
Yo soy del barrio San Alberto de Puerto Rico y a los 7 años él me llevo a una escuelita de fútbol, la 9 de Julio, que ahí empecé a jugar ya de manera más competitiva.
¿Y cómo llegaste a Crucero?
A Crucero llegué en 2015. En ese momento, estaba jugando en el Club 25 de Mayo, acá de Puerto Rico, y un conocido me llevó a Crucero. No era una fecha de pruebas, era un día común de entrenamientos de las inferiores de AFA.
Yo tenía 15 años y la verdad es que fue un paso muy lindo. Crucero estaba en Primera, así que nos tocó jugar contra Colón, Lanús, Estudiantes y otros clubes grandes.
¿Recordás el debut en la Primera del Colectivero?
Sí, fue a fines de 2018, por el Federal A. Dio la casualidad de que debutamos el mismo día con Rodrigo Ramírez, muy amigo mío. Somos de la misma categoría, subimos al mismo tiempo a Primera y debutamos el mismo día. Después, cuando yo me fui a Unión, él pasó a Arsenal de Sarandí.
En Crucero tuve mucha participación, me dieron la posibilidad de jugar de titular y me mantuve. En la temporada 2019-2020 tuve un paso por Itapuense, de la Tercera de Paraguay… Y después volví a Crucero.
¿Y cómo entraste en el radar de Unión?
Fue gracias a Totti Klusener, mi compañero en Crucero. Su representante me vio en uno de los partidos, Totti le habló bien de mí y él termino también representándome a mí. Y en octubre de 2020 conseguí esa prueba en Unión….
¿Hubo asado para Totti?
(Se ríe) No, no… no hubo asado, pero sí una camiseta de Unión…
¿Es cierto que tuviste que ir en remís a Santa Fe para la prueba?
Sí, sí (se ríe)… Pasa que era una fecha complicada por la pandemia y no había transporte público.
Pasó que me llamaron de Unión y que tenía que estar allá en tres días. Averigüé colectivos y no había nada. Y justo en ese tiempo estaba Iván Molinas, otro compañero de Crucero, que se estaba por ir a Alvarado de Mar del Plata, así que me comuniqué con él y fuimos a medias con el remís…
¡Increíble! ¿Y cómo fue ese viaje?
Salimos de Posadas un domingo a las 14. Yo me tenía que presentar lunes o martes. Y el viaje salió una fortuna, si no me equivoco, creo que pusimos entre 16 y 17 mil pesos cada uno. Es que, en ese momento, para transitar por el país los únicos permitidos eran los remiseros.
¿Y llegaste a tiempo?
(Se ríe) Sí, sí… Llegué el lunes de madrugada. Imaginate que el domingo de noche íbamos en el remís y le pregunté al remisero para qué hora calculaba que íbamos a llegar a Santa Fe. “A eso de las 2”, me dijo. Entonces le avisé a la gente del club.
Pero en medio del viaje, sin decirnos nada, el remisero paró en una estación de servicio y se puso a dormir. Y ahí estuvimos una hora. Nosotros con Iván no pudimos dormir, hinchábamos un poco y después terminamos cabeceando, pero no dormimos nada.
¿Es cierto que llegaste a Santa Fe y tuvieron que operarte la nariz?
(Se ríe) No, no… En realidad fue un tratamiento. Yo tengo una alergia como al aire frío, entonces me costaba respirar de forma adecuada. En el club vieron eso, me hicieron unos estudios y me dieron un tratamiento, un spray nasal que uso antes de las prácticas y los partidos. Pero no fue una operación, es un tratamiento…
Y tu llegada al plantel de Primer fue rapidísima…
Llegué y estuve entrenando dos semanas con la Reserva. Ahí ya había gente del plantel de Primera que bajaba a ver las prácticas. Y un día vinieron y me pidieron que me haga el hisopado para presentarme a entrenar con la Primera. Ahí me llevaron al predio de Casasol y quedé con el plantel profesional.
¿Recordás tu debut en Primera?
Sí. Fue contra Racing en Avellaneda. Fue uno de los días más felices de mi vida. Trataba de mantenerme tranquilo, porque entré en el segundo tiempo y estábamos perdiendo 1-0, así que sentía la necesidad de hacer las cosas bien, de entrar enfocado. No sé si decir que fue el sueño del pibe porque no había hinchas, pero fue una sensación muy linda, difícil de describir con palabras.
¿Llevás la cuenta de los partidos que tenés en Primera?
Sí, sí, como titular ya jugué 13 fechas… Es algo muy lindo. Es como estar viviendo una película. A veces pienso y recuerdo que a muchos de los jugadores que hoy me toca marcar, hace algunos meses los miraba por la tele.
Y te cruzaste con varios grosos… debés tener varias anécdotas…
Sí, sí (se ríe). Contra Lanús entré en el segundo tiempo, me toca entrar y marcar al Laucha Acosta, que se va para la esquina. Ahí era él y yo, mano a mano. Llegué y le puse con la rodilla, la verdad que era para expulsión. Después del partido me decía entre risas “vos no tenías que estar jugando más”.
Y después también contra Huracán, que despejo la pelota, viene Chávez, me choca y me tira al piso…. Ahí nos empezamos a decir de todo… Después me miraba y se cagaba de risa.
En el Tate compartís plantel con Eze Cañete, otro misionero…
Sí, y nos llevamos muy bien, tenemos una muy buena amistad. Lo conocí cuando llegué a Unión, que en ese primer día él ya me dijo que tenía parientes en Puerto Rico. Él nació también acá pero se fue de chico a Buenos Aires.
¿Qué diferencias de nivel notás entre el Federal A y la Primera?
Creo que la principal diferencia que se marca es la posesión. En Primera se le da mucho valor a la pelota. Y se la mueve más rápido. Es más dinámico. Y al ser más precisos los pases, no es tan cortado, tan pausado.
Y también se hace mucho hincapié en lo táctico. En Primera se juega más táctico, es más organizado, y se le da mucha importancia a eso. Eso te obliga a prepararte mejor cada semana, porque te enfrentás a rivales de jerarquía.
¿Cómo fue el regreso a Puerto Rico para las vacaciones?
Todo muy lindo, la gente me saluda mucho, me pide fotos. La verdad es que estoy agradecido a todos por el cariño.
¿Cuáles son las expectativas para lo que se viene?
Las expectativas son siempre las mejores. Yo trato de mejorar en lo personal, de seguir creciendo, con fe y confianza, y con el apoyo del cuerpo técnico. Trato de estar mejor cada día y de dejar una buena imagen en cada partido, para así llevar a Unión a lo más alto.
Trato de ponerme metas a corto plazo y cumplirlas de la mejor manera, porque sé que así se van a ir dando los resultados y las oportunidades para seguir creciendo.