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Un depravado joven que abusó sexualmente de una niña de siete años y violó a tres niños de entre 5 y 8 años, aprovechando la familiaridad de trato con los padres de las víctimas, fue condenado el 29 de mayo de 1996 a 20 años de prisión por la Justicia Penal de Posadas.
El individuo, de 20 años y oriundo del barrio San Felipe de Puerto Rico, irónico y desafiante durante todo el juicio, se declaró inocente y dijo a los jueces que no había pruebas en su contra, pese a que poco antes la entonces fiscal (hoy integrante del STJ) Liliana Picazo lo había catalogado como “monstruo” y “peligroso” para la sociedad.
Finalmente fue sentenciado como autor de los delitos de “violación (tres hechos) y abuso deshonesto en concurso real”, por el Tribunal en lo Penal 1 presidido por Ricardo Sladek acompañado de Angel de Jesús Cardozo y Martín Errecaborde.
Los tres episodios
Uno de los casos que se ocurrió en horas del mediodía del martes 4 de julio de 1995, cuando la víctima -un menor de 6 años-, su hermana y una vecinita se trasladaban a una escuela de Puerto Rico.
Según establecieron las investigaciones judiciales, el hombre los interceptó al mando de un ciclomotor e invitó al pequeño de 6 años a dar una vuelta. El niño accedió a pasear con el amigo de sus padres y finalmente fue conducido a una casa que el acusado cuidaba en el barrio Municipal. Allí lo sometió sexualmente.
Otro hecho sucedió el martes 27 de junio de 1995 cuando una niña y su hermanito fueron interceptados por el violador en un camino de colonia Oro Verde. Amenazó al niño y lo dejó al cuidado de su moto, mientras que trasladó a la menor de 7 años hasta el interior de un pinar al costado del camino, donde la manoseó hasta que la víctima comenzó a gritar y junto a su hermanito logró finalmente darse a la fuga.
Durante las investigaciones también se comprobó que en marzo de 1994, en varias oportunidades -se especula que más de seis- el acusado sometió a dos hermanitos de 7 y 8 años, a quiénes regularmente visitaba y pedía permiso a la madre para que lo acompañen a realizar trámites en el centro de la ciudad.
Los niños mantuvieron en silencio las violaciones sufridas por temor a que su madre, enferma y postrada en una cama, al enterarse de los hechos tuviera una descompensación y muriera.