Ese domingo, los televisores en Oberá se encendieron bien temprano. No era fútbol ni automovilismo. Aquel 28 de mayo de 2006, la Capital del Monte despertó con la presencia de un hijo de la ciudad en Roland Garros, la máxima cita del tenis mundial sobre polvo de ladrillo.
A más de 10 mil kilómetros, Diego Hartfield (40), por entonces con 25 años, precalentaba para hacer su debut como profesional. El “Gato”, como le cupo el apodo por su particular parecido físico y en el juego a Gastón Gaudio, estaba a punto de hacer historia: tras hacerse camino en una dura qualy, enfrentaba en primera ronda ni más ni menos que al suizo Roger Federer (39), que tenía 24 pero ya era el número uno del ranking mundial.
Fue derrota por 7-5, 7-6 y 6-2, pero el misionero se fue con la frente en alto ante uno de los mejores jugadores de la historia.
Irrefrenable, el tiempo pasa y se lleva todo por delante. Pero los recuerdos quedan, tanto en la memoria colectiva como en la del propio Hartfield, quien habló con EL DEPORTIVO y recordó quince años después cómo fue aquella mañana inolvidable que lo tuvo como protagonista principal en París.
“Me queda la alegría de haber disfrutado ese momento. Lo tengo siempre presente como un premio y como el inicio de la mejor parte de mi carrera”, reflexionó Diego, hoy ya retirado del tenis profesional pero embarcado en una nueva y particular labor.
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Diego, días atrás se cumplieron quince años de ese mítico partido con Federer… ¿qué sensaciones te vienen hoy a la cabeza?
Lo primero que me viene a la cabeza es esa sensación de haber cumplido un objetivo. Ese partido contra Federer fue el inicio de la mejor parte de mi carrera, que duró desde mediados de 2016 hasta fines de 2017. Y fue mi primer partido como profesional.
Lo tengo siempre presente como un premio, como una bienvenida a esa etapa. Y claramente me va a quedar siempre en el recuerdo, no sólo por el rival, sino por todo lo que fue esa etapa… Yo llegué a la qualy tras ganar dos torneos, los challenger de Atlanta y de Túnica Resorts, en Estados Unidos, entonces aquello fue todo un cambio de paradigma para mí.
¿Qué recordás del partido?
Del partido me acuerdo todo. Recuerdo que me lo crucé a Federer en el vestuario y de ahí salimos juntos a la cancha. Yo no había estado nunca cara a cara con él y me sorprendió que era bastante grandote.
Entramos a la cancha (N. de R: se jugó en el estadio central) y yo miré siempre para abajo. Había terminado un partido antes y mucha gente se estaba yendo. De todas maneras, yo estaba muy nervioso, muy tenso. Tanto que, en la entrada en calor, mi primera pelota terminó en la red.
Ahí me dije a mí mismo “me tengo que soltar”. Y empecé a pegarle con todo, fuertísimo, tanto que cuando me di cuenta ya había empezado el partido e iba 3-0 arriba. Después no pude seguirle el ritmo y terminó 7- 5, 7-6 y 6-2. Fue un buen partido, él era el número uno del mundo indiscutido. Por esos años recién empezaba a surgir Rafa Nadal.
¿Notaste la diferencia de nivel?
Sí, se nota muchísimo. Te diría que es como cuando jugás a la pelota con tu sobrinito y le tirás un caño, lo llevás de acá para allá. Es como que él tenía un tiempo más, un extra.
Es algo así como poner a correr un auto de TN en una carrera del TC2000. Podés aguantar un tiempo, pero es otro ritmo. Un ritmo que ellos lo trabajan todo el año y que ya lo tienen como natural.
¿Y después? En el vestuario… ¿le pediste alguna foto? ¿algo?
No, lo saludé bien cuando terminó el partido, nos saludamos de vuelta en el vestuario y después cada uno siguió en su mundo. Él me dijo que había quedado impresionado, que le había gustado mi revés.
No le pedí fotos ni nada, pero ese partido sí significó para mí como dar un salto en el mundo del tenis. Imaginate que nunca antes había jugado en vivo y por televisión. Fue un domingo de mañana y todo el mundo me vio. Fue tremendo.
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Y al poco tiempo, volviste a enfrentarlo…
Volvimos a jugar un año y medio después en el Australian Open 2008, que ahí me pegó una paliza (se ríe). Fue 6-0, 6-3 y 6-0. Él se acordaba perfectamente de ese partido en Roland Garros y sabía por dónde jugarme ya de entrada.
Raqueta, remera, alguna gorra… ¿Te quedó algún recuerdo material de ese partido en Roland Garros?
Tengo algunas fotos, sé que el partido está completo o casi completo en YouTube, pero del resto, nada, lo fui regalando o perdiendo (se ríe). Eso sí, me queda el recuerdo y la alegría de haber disfrutado ese momento, de haberlo aprovechado, tener a mi viejo en la cancha.
Y también es para valorar lo groso que es Federer, que quince años después y luego de todo lo que logró, sigue estando ahí, compitiendo a ese nivel. Sigue siendo un monstruo.
Ahhh y ahora que me acuerdo, me quedaron algunas toallas de Roland Garros, pero no están guardadas, suelo usarlas para entrenar (se ríe).
¿Es difícil llegar a jugar en ese nivel?
Es muy difícil. Tanto yo como Chucho Acasuso tuvimos que irnos a Buenos Aires de chicos, en mi caso, con 16 años. Es que lamentablemente en el caso del tenis estar en Buenos Aires es una ventaja.
Estando acá en Misiones es más difícil, tarde o temprano tenés que irte adonde están todos los mejores jugadores, las academias. Y después también pasa que Buenos Aires te va quedando corto y tenés que empezar a salir a recorrer el mundo.
Por las lesiones, te retiraste en 2010.. ¿a qué te dedicás ahora?
Soy agente productor de bolsa, director de una empresa NetFinance, que es una productora de bolsa. En síntesis, me dedico a los mercados de la bolsa. Llegué porque empecé yo invirtiendo y ahí me di cuenta que acá el mercado de capitales está muy poco desarrollado.
Me hice de algunos socios y hoy por hoy tenemos clientes en todo el país, desde clientes grandes como corporaciones, hasta PyME y personas físicas a las que tratamos de solucionar todas sus necesidades financieras.
¿Qué es más difícil? ¿El tenis o ser agente de bolsa?
(Se ríe). Mirá, la verdad es que esto es muy parecido al tenis, principalmente desde lo psicológico. Es que en esto, como en el tenis, tenés que mantener la calma, ser tranquilo, corregir los errores y no dejarte llevar por la euforia. Me pasaba algo así cuando jugaba. Y siempre digo que, por suerte, tengo algo de experiencia con todo esto.