Lo sucedido en el autódromo Rosamonte de Posadas el domingo es un claro ejemplo de la necesaria actitud responsable que deben tener los dirigentes deportivos en medio de esta pandemia. Con un elemento que cuestiona especialmente al automovilismo misionero: haber sido los únicos a los que aprobaron un protocolo especial para poder disputar pruebas, cuando a otras disciplinas no les dieron similar trato.
Sin embargo, tal vez sin entender en el Automóvil Club Misiones como en la Federación de Automovilismo Deportivo esa franquicia, permitieron seguir adelante un evento con más de mil personas, sin una autorización para ello. Un hecho que terminó con la clausura del lugar y el repudio generalizado.
¿Por qué razón no actuaron inmediatamente y terminó todo con una denuncia en la Justicia Federal? La dirigencia sólo se limitó a breves comunicados, sabiendo que el error cometido el domingo le costará a todo el automovilismo misionero la suspensión de las actividades por tiempo indeterminado.
Ante esta situación, vale reflexionar sobre la delicada situación sanitaria y epidemiológica que vive la Argentina por el COVID-19. El mínimo error puede costarnos la saturación del sistema de salud y, en paralelo, más vidas humanas de las que ya se llevó el coronavirus en Misiones.
Por eso no está de más recordar la alta responsabilidad que le cabe a los que conducen las entidades deportivas misioneras, para evitar llegar a estos extremos no deseados por nadie en la tierra colorada.
En 2020 ya nos tocó vivir algunos meses sin poder siquiera salir a caminar al aire libre como recreación. Si somos responsables, se podrá mantener la práctica deportiva que es más salud para tiempos de crisis sanitaria. Cuidar este contexto que tenemos en Misiones depende de todos.