Parecen dos profesiones muy disímiles, pero no lo son tanto. La arquitectura requiere cierta formación humanística -que se le presupone a la historiografía- y esta última no deja de tener su faceta científica, como la que intuitivamente se le atribuye a aquélla. Por compartir, comparten hasta la fecha en la que se celebra su día en Argentina.
Desde 2002 se conmemora el Día del Historiador en recuerdo de aquel 1 de julio de 1812, cuando el Primer Triunvirato ordenó al Deán Gregorio Funes asentar por escrito los acontecimientos de la Revolución de Mayo, a través de un decreto que establecía: “El gobierno ha determinado se escriba la historia filosófica de nuestra feliz revolución, para perpetuar la memorias de los héroes, las virtudes de los hijos de la América del Sur, y a la época gloriosa de nuestra Independencia civil, proporcionando un nuevo estímulo, y a la única recompensa que puede llenar las aspiraciones de las almas grandes”.
Respecto al Día del Arquitecto Argentino, la fecha tiene su origen en 1985, cuando la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) dispuso establecerla como el 1 de julio para recordar ese día de 1949 en que se creó dicha entidad.
A pesar de que en 1996 la propia UIA decidió trasladar el festejo del Día Internacional de la Arquitectura al 1 de octubre para hacerlo coincidir con el Día Internacional del Hábitat, la Federación Argentina de Entidades de Arquitectos (FADEA) decidió mantener en el país la efeméride el 1 de julio.