Así como tras seis meses de demora surgió un desaguisado que hubo que deshacer en cuestión de horas respecto al monotributo, corre por la misma vía lo ocurrido con los alquileres, aunque esta vez habrá que lidiar con la norma. Tras meses de estudio pormenorizado, la ley que vio la luz trae hoy mucha más incertidumbre, al menos mirando hacia el futuro.
Y es que el primer efecto de la normativa fue la evidente retracción del mercado locativo. Preocupados por el nuevo escenario, los propietarios optan por dejar todo en suspenso y no colocar sus propiedades en alquiler.
Otro de los efectos notorios fue el dinámico aumento de los alquileres desde la entrada en vigencia de la nueva normativa. Hay especialistas en la materia que entienden que, al no haber gran oferta de propiedades, las pocas que existen aumentaron su valor.
La incertidumbre también explica ese fenómeno porque hoy no existen certezas acerca de los índices de aumento de los contratos.
Entre lo que se dice y se habla crece el temor entre los inquilinos. En el otro extremo están los propietarios, quienes observan que el aumento del que se habla está por debajo de la inflación, lo que termina por desmoralizarlos.
Como consecuencia de la retracción del mercado inmobiliario, se ve afectada directamente la liquidez, que termina su curso en vías especulativas o bien bajo el colchón en vez de inversiones de infraestructura.
Con todo, existen burbujas como el caso de Posadas, en donde “hay mucha demanda de inmuebles de un dormitorio no lejanos al centro y de departamentos de dos dormitorios también”, según precisó días atrás la Cámara Inmobiliaria de Misiones (CIM).
“En general buscamos que sea equitativa y justa para las partes que contratan”, aseveró recientemente el Colegio de Corredores Públicos Inmobiliarios acerca de la nueva norma. Una vez más todo vuelve a depender de la sociedad. Así las cosas, todo quedará en manos de los participantes. Sin embargo, la normativa trasciende a todos y ello, más temprano que tarde, traerá repercusiones al mercado local.