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Luego de las quejas de los vecinos aledaños al barrio privado “Puerto Laurel” en Posadas, se sumó un propietario que habita en el country y busca diferenciarse en las actitudes tanto de la administradora del lugar como de los promotores de fiestas multitudinarias -que no parecen tener límites ni controles como en otros lugares más “populares”- en medio de la pandemia de COVID-19.
Este espacio VIP fue creado por el fallecido empresario de la construcción Omar Ratti pero, por la tragedia vivida en la familia, pasó a ser manejado por su hija Silvana. Y nada fue igual.
Hacia ella apuntan los duros testimonios tanto de adentro como de afuera de Puerto Laurel, por su evidente incapacidad para hacer cumplir los protocolos y reglas de convivencia, que incluso podrían traer serios problemas judiciales y legales al conjunto de convivientes.
“La administradora cree que esto es un club pero se olvida que elegimos vivir en un barrio privado para alejarnos de los ruidos molestos. Queremos vivir en paz pero hoy los ruidos molestos sobrepasan los muros de Puerto Laurel y son entendibles las quejas”, sostuvo a PRIMERA EDICIÓN un antiguo propietario cansado del manejo de la administración del espacio cerrado.
“Es la primera vez que suceden tan lamentables episodios. En mi caso no soy adinerado como dicen. Para hacer las fiestas que se están haciendo, con las que estamos en desacuerdo, deberían contratar otros espacios porque Puerto Laurel no es un club”, agregó indignado.
El hombre confirmó que “las fiestas están siendo seguidas. Hay una administradora que representa a la mayoría de las propiedades que administra. Cada vez que algunos vecinos quieren hacer un evento con mucha gente, la mujer cede. Los que las organizan son de acá pero invitan a personas de afuera que ni conocemos”.
Advirtió que por la cantidad de asistentes y la ausencia de cuidados sanitarios. “El día que la Policía o la Municipalidad de Posadas actúen como corresponde ante las denuncias, vamos a tener serios problemas legales por la joda de unos pocos recién llegados, que son ‘nuevos ricos’ con vínculos con el poder de turno. Ese día, la única responsable será la administradora por permitir este desmanejo”.
Sostuvo a este Diario que “si bien no vivo en la calle principal, se puede ver la acumulación de autos estacionados de los invitados de afuera. A los demás, para que puedan venir invitados un domingo por la tarde o en verano a la pileta, un poco más y nos piden una declaración jurada”.
Padecimientos también adentro
Afuera de los muros de Puerto Laurel también deben soportar el descontrol. Adentro, este vecino que se sumó no dudó en asegurar que “entre vecinos comentamos lo mal que se está viviendo”.
Se quejó incluso porque una de las fiestas más grandes “la habría hecho la propia administradora con casi un centenar de personas para el aniversario de su empresa”.
Y agregó otro antecedente: “Un día se puso a tocar una banda de música en vivo a la 1.30 de la madrugada de un viernes. Esa fiesta estaba autorizada por la administradora que -según ella- dijo no saber que venía una banda en vivo. ¿No se supone que la guardia del barrio no debe permitir el ingreso de quienes no están autorizados?. Eso lo regula la administradora que se desentiende de los errores propios”.
El habitante del barrio recordó que “el sábado hubo una orquesta grande en vivo desde las 11.30 de la mañana. Y se cortó cuando empezó el partido de la Selección. Pero terminó la final de la Copa América y siguieron tocando toda la madrugada. Esta fiesta la habrían organizado empresarios del rubro automotor”.
Contó a su vez que conoce a personas que “se deben encerrar en sus habitaciones, prender el aire y dormir con tapones en los oídos para poder descansar, cuando elegimos este barrio cerrado para escuchar cantar a los pájaros que en otras zonas de la ciudad no es posible por la contaminación que existe. Pero estos nuevos habitantes no conocen de reglas”.
“Estamos en medio de la pandemia, nos molesta que se junte tanta gente sin barbijo ni nada. Bailan, comen, hay gente joven y más grande. Nunca nos pasó esto pero ahora tenemos nuevos vecinos con mucho poder que hacen lo que quieren”, agregó.
Finalizó que “acá adentro se vive un verdadero drama. No les quieren poner límites a estos eventos. Están confundiendo de qué se trata este barrio privado donde queremos vivir tranquilos, pero todo es una joda”.