A veces decimos “es sólo un instante” sin darnos cuenta que no es cuestión de tiempo sino de lo que puede significar ese segundo para alguien o para nosotros mismos.
Muchas veces andamos a las corridas de un lugar a otro con los minutos contados tratando de cumplir con todo sin llegar tarde a nada, y esos “instantes” justo aparecen cuando andamos a mil y a veces cuesta identificarlos y nos perdemos un momento muy valioso.
El otro día bajaba corriendo las escaleras del edificio donde vivo, apurada para ir al supermercado antes que cerrara y una señora que pasaba por la vereda me detuvo y me preguntó la hora, le dije que eran las 19.30 y ella me contestó: “¿Cuánto falta para las 20?, me extrañó su pregunta pero le respondí: “media hora”, entonces ella dijo: “y eso es ¿mucho o poco?”. “Poco” le respondí, luego crucé la calle y noté cómo mis movimientos iban perdiendo su velocidad y me quedé pensando en lo ocurrido.
Lo que al principio solo parecía decirle la hora a alguien, para la otra persona tenía un valor muy especial, para mí era un instante decirle que faltaba media hora y que eso era poco tiempo, pero para ella significaba entender cuánto faltaba para que sucediera algo que estaba esperando con ansias.
Y esto ocurre todo el tiempo sin que nos demos cuenta, con nuestras personas más cercanas. Las mejores charlas siempre ocurren en los horarios menos esperados, los planes más locos y divertidos son los que surgen de improviso, los juegos con nuestros hijos son mucho más que eso, establecen lazos indestructibles, un “beso al paso” dado a nuestra madre ya mayor, una sonrisa, una palabra de amor, cobran un valor único cuando ya no están.
Las oportunidades nunca piden cita sólo aparecen y cuando lo hacen lleva un instante aceptarlas o no, pero eso puede cambiar el rumbo de nuestras vidas.
El desafío es poder advertir estos instantes para no dejarlos pasar, poder bajar la velocidad para detectarlos y saborearlos despacito, luego podremos retomar nuestro ritmo y recuperar el tiempo, pero los momentos mágicos son irrepetibles y no se recuperan.
Cada instante es único, los mejores momentos están escondidos allí, esperando que los descubramos y los disfrutemos.
Como expresa Paulo Coelho: “No podemos dejar nunca que cada día parezca igual al anterior, porque todos los días son diferentes. Presta atención a todos los momentos, porque la oportunidad, el “instante mágico” está a nuestro alcance”.