Devoción, humildad, agradecimiento. Un pedido sincero de retorno al alma abre las puertas de los cielos, esos cielos que están en nuestros pensamientos, en nuestras creencias limitantes y condicionantes.
¡Pide, pide! Ora por tu alma.
En algún dolor la has perdido en el camino, en algún dolor quedó atrapada sin poder volver a sentir el calor de la vida.
Pide sinceramente y tu alma te escuchará. Al igual que ella tendrás que atravesar la sombra de tu inconsciente. Ese lugar de sombra de no luz, donde quedaron atrapados y reprimidos los sueños, deseos, emociones y sentimientos que no encontraron el cauce necesario para manifestarse.
Solamente después de atravesar la noche más oscura de tu vida y al llegar a la puerta dorada encontrarás al morador en el umbral. Él sólo mirará a través de tus ojos y sabrá si ya es tu tiempo.
Mientras tanto, espera y sigue realizando tu trabajo en silencio y secreto.
A nadie le importa lo que sucede en tu mundo interno. Cada uno tiene sus luchas y libra sus batallas.
Nadie te puede ayudar. Es tu responsabilidad y decisión desarmar el camino erróneo.
Tú mismo sabes dónde te desviaste.
Regresa a tu esencia. Ella, que es tu alma, tu todo sabio, tu parte heroica se quedó allí donde la dejaste.
Te está esperando en el mismo lugar.
Unifica mente, sentidos y cuerpo y podrás tender el puente para reunirte nuevamente con tu alma.
Tú alineado eres el punto de encuentro. Sólo tú sabes dónde fue el punto de desvío, el error, el momento en el que te distrajiste de tu propia esencia y miraste hacia otro lado.
Tú eres tu propio libro. Y en el silencio y compromiso se vuelve a encontrar el camino. Sin alma, sin conciencia, la vida no halla su camino y pierde su sentido.