Santa Rosa de Lima nació el 30 de abril de 1586 en el hospital del Espíritu Santo de la ciudad de Lima, entonces capital del virreinato del Perú.
La futura santa recibió en 1597 el sacramento de la confirmación de manos del arzobispo de Lima, Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo. Aunque había sido bautizada como Isabel Flores de Oliva, en la confirmación recibió el nombre de Rosa por su belleza y por una visión que tuvo su madre, en la que el rostro de la niña se convirtió en una rosa.
Ya desde su infancia se había manifestado su vocación religiosa y una singular elevación espiritual. En 1606 ayudó al parecer a un fraile mulato que, como ella, estaba destinado a ser elevado a los altares: San Martín de Porres.
Sus biógrafos cuentan que sus experiencias místicas y estados de éxtasis eran muy frecuentes. Por ello sufrió la persecución y burla de sus amigos y familiares durante muchos años.
La virgen limeña murió el 24 de agosto de 1617. Tenía sólo 31 años.
Fue canonizada por el Papa Clemente X el 12 de abril de 1671 y se convirtió en la primera Santa de América. En 1992 San Juan Pablo II expresó que la vida sencilla y austera de Santa Rosa de Lima era “testimonio elocuente del papel decisivo que la mujer ha tenido y sigue teniendo en el anuncio del Evangelio”.
Es Patrona de institutos policiales y armados: Policía Nacional de la República del Perú y de las Fuerzas Armadas de Argentina, de América y de las Filipinas.
El día 30 de agosto se asocia con una tormenta a la que se llama precisamente “tormenta de Santa Rosa”.