
Un estudio realizado por el INTA en conjunto con el INTI y la empresa Tigonbú demostró que las emisiones de gases de efecto invernadero de la carne bovina producida en sistemas extensivos de cría a campo, combinados con sistemas intensivos de recría y engorde, son menores a las registradas por informes internacionales.
En este sentido, según dijeron tras el reporte, la clave está en el manejo sustentable de las dietas. “Las huellas ambientales no sólo transparentan la información sobre el impacto de los sistemas productivos, sino que también detectan oportunidades de mejora de la eficiencia, que posteriormente pueden ser aprovechadas con herramientas que busquen conservar y mejorar el capital natural, optimizar el uso de los recursos y minimizar los riesgos del sistema”, indicaron.
Para llegar a esa conclusión, se analizó la huella de carbono que dejan los sistemas mixtos de producción de carne en la zona semiárida central de la Argentina. El estudio se enfocó en un sistema con cría a campo en pasturas naturales e implantadas y recría más engorde en feedlot para tres categorías de animales: macho liviano, hembra y macho pesado.
Del análisis comparativo de las tres categorías de animales, se desprendió que la hembra es la que mayor huella presenta, en tanto se requieren más días de recría y engorde para alcanzar el mismo peso de venta que los machos y eso implica mayor cantidad de recursos de alimento, y más días emitiendo metano, se detalló en La Nación.
Rodolfo Bongiovanni del INTA Manfredi, señaló que encontró “que los puntos críticos de impacto se encuentran en la producción primaria, notoriamente en la emisión de metano por fermentación entérica”.