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Cualquiera sea la condición bajo la cual llegamos a este nuevo compromiso democrático, algo tiene que ocurrir. Porque subyace la idea de que, por ser unas Primarias, nada cambia de fondo. Y la realidad es que, pase lo que pase al final del día, habrá un mensaje elocuente frente al estado de las cosas.
Y los que al final del día sean los electos para ir por un lugar en el Congreso en noviembre, deberán actuar en consecuencia a ese mensaje. Y es que un país que hace años viene jaqueado por diversos
flagelos que se acentuaron con la crisis pandémica precisa que sus líderes decodifiquen mejor la realidad. A todos les cabe esa observación.
Las de hoy serán las primeras elecciones de alcance nacional tras la irrupción de la pandemia y son al mismo tiempo una nueva oportunidad para la sociedad. Porque frente a las urnas un voto es un voto y vale lo mismo frente a los demás. Es quizás una de las pocas oportunidades en las que los ciudadanos realmente se equiparan e igualan fuerzas.
Claro está que, dado el contexto sanitario y las particularidades del momento, las Primarias también revelarán si es cierto que existe un menor interés por el proceso electoral de algunas franjas de la población. Cualquiera sea el resultado en este caso, el mensaje al final del día también será fuerte y quienes resulten ganadores deberán actuar en consecuencia.
Quizás convengan aclarar a estas alturas que seguramente en todo el país se produzca alguna desmovilización asociada a la pandemia, sin embargo y frente al avance de la campaña de vacunación es esperable que el porcentaje de ausencias sea bajo y mucho menor en noviembre.
Con todo, a los argentinos se nos vuelve a presentar la oportunidad de manifestar nuestras sensaciones en igualdad de condiciones, de evidenciar nuestra conformidad o disgusto y dejar mejor parados a los candidatos que mejor nos definan. No perdamos la oportunidad de enviar el mensaje.