Capital Nacional de la Esencia, tierra de citronela, de aroma cítrico, de alambiques que huelen a técnicas de trabajo heredadas de generación en generación y que intentan sostenerse ante el paso el tiempo y la poca capacidad de inversión que su cultivo permite.
Lenira de Olivera Santos sabe de esta historia. Lleva sobre sus hombros más de cuatro décadas cosechando y elaborando aceite de citronela. “No es fácil, pero tenemos que seguir, no se puede parar todo porque uno tiene la chacra”, confesó.
“Hace 46 años produzco aceite de citronela, me casé y mi esposo ya se dedicaba a esto, no sé trabajar con otro producto”, reconoció y agregó que es una planta que, “si cosechás o no, no se pierde, si llueve mucho o hay sequía, igual resiste, es muy noble; la cortás por la mañana y a la tardecita ya se ven los brotes, nosotros hacemos dos cortes por año, pero hay zonas donde hacen tres, como en colonia Monteagudo, donde las tierras son más nuevas, le gusta la tierra con piedra, no la roja”.
Y recordó que “antes, cuando la ‘gurisada’ era chica, se hacían buenas cosechas, luego se fue cada uno a lo suyo, con su modo de vivir, mi esposo tiene otra actividad, así que ya no quiere ocuparse mucho de esto, pero hay que mantener; hoy la producción que tenemos sólo alcanza para sostener lo que tenemos, no para nuevas obras”.
Elaboración del aceite
“La citronela es un pasto, podés criar a tus hijos, nietos, tataranietos y la planta sigue, no se renueva; se corta con machete y si hay sol se deja de un día para otro, sino tres días, para que tenga mayor rendimiento en el momento de procesarla. Para la citronela no son necesarios productos químicos, es un trabajo limpio, un producto limpio, no requiere de abonos o pesticidas”, explicó Lenira e hizo hincapié en que existen varios sistemas de destilación, “nosotros tenemos con caldera a leña”.
“El alambique es un bicho feo; básicamente, es como una gran olla a presión”, reconoció. El “pasto” se deposita en ese gran recipiente, muy comprimido y se cierra, mientras el fuego hace lo suyo y aumenta la temperatura se evaporan los fluidos. Una vez los vapores se separaron ascienden y se dirigen hacia la zona de enfriamiento y se vuelven a condensar. Se recolectan los líquidos y, como el aceite es más liviano, se separa del agua.
“Por destilada obtenemos 5 o 5.5 litros, una olla llena, pisada, compactada, para obtener esa cantidad de aceite”, apuntó la productora que no vende en la zona y según cuyo cálculo una hectárea rinde para alrededor de tres destiladas en el alambique que posee, “dejo para los turistas, lo que se cobra apenas cubre el trabajo que da producir, trabajando uno mismo, no hay ganancia”.
Capital Nacional de la Esencia
“Nos llaman Capital de la Esencia, en la costa del río hay producción de citronela, esta (por la que crece en su campo) ya estaba cuando nosotros vinimos, sólo trasplantamos en algunas oportunidades; hay productores con 40 hectáreas, gente que vive de esto, muchos continúan eligiendo su producción porque deja más que el tabaco, no requiere químicos, se cosecha, destila y tenés el producto, sabés lo que tenés, el tabaco cosechás mil kilos, vas a la empresa y te dan lo que quieren. Esto también es un ahorro”, detalló.
“Con el aceite se hacen muchas cosas, desde productos de limpieza hasta cremas corporales, jabones y repelentes, pero hay que tener cuidado dónde se compra, muchos hacen mezclas y no sirve, se pudre, a veces no hay que buscar lo barato, es bueno pagar y que rinda lo que debe”, dijo.
Para prácticamente ningún barrio de la tierra colorada son extraños los vendedores que copan las calles y semáforos cargados de botellas con citronela “pura, directamente de El Soberbio, ideal para utilizar como desodorante para pisos y apta para repeler insectos”, sin embargo, aunque el aroma parece inundar el ambiente en pocos segundos, conviene ser prudente en el momento de comprar.
Y Lenira compartió algunos tips para reconocer un verdadero producto a base de esta planta. Primero, el color. Amarillo, casi como el aceite de girasol. Además, tener presente que se trata de un aceite y, como todos, no es soluble en agua. Tampoco debe mezclarse con alcohol, porque “se corta”. Entonces, si la idea es emplearlo para, por ejemplo, la limpieza de pisos, baños, etc. recomendó emulsionar una pequeña cantidad en una botella de detergente, “el más económico” y seguro el aroma se sentirá en el ambiente durante días.
Un lugar en el mundo
La irregularidad del terreno, el serpenteante río Uruguay, los matices de verde que regalan los montes, los lapachos en flor, las tierras labradas y las vistas que regala Porto Soberbo (Rio Grande do Sul) desde el vecino país, sumado a la calidez de su gente, descendientes de alemanes y polacos brasileños, hacen de El Soberbio un destino turístico ideal, pero incluso quienes llevan sus vidas unidas a este rincón misionero desde la infancia, continúan eligiéndolo como su lugar en el mundo.
Lenira es una de ellas. “Me gusta mi lugar, planté mis raíces, estoy cerca del pueblo (vive a pocos metros), pero lejos del ruido, es un lugar tranquilo, el aire, todo, no lo cambiaría por nada, aquí hay paz, se duerme tranquilo, no necesitamos rejas, no necesitamos encerrarnos para estar tranquilos. A veces camino al pueblo más de una vez al día, aquí soy feliz, no cambiaría mi casa ni por diez en otro lado”, confesó.
Y aunque reconoció que “la pandemia dejó mucho miedo en la gente y el cierre de la frontera afectó mucho, se buscaban muchas cosas del otro lado, ropa, calzado, porque allí hay mucha mejor calidad, logramos sostenernos” y vaticinó que la vuelta al tránsito fronterizo puede llegar con algunas nuevas posibilidades, pues “ahora también el cambio está muy alto”.