El 19 de septiembre de 1996, en un juicio oral a puertas cerradas que se ventiló en la sala de tribunales de Posadas, una mujer para la ley -y un hombre para la naturaleza- fue condenada a un año de prisión en suspenso por abusar sexualmente de una niña de ocho años, episodio policial que no solo resulta insólito por la historia de vida del protagonista sino que además, a la distancia de 25 años después, sorprende por la levedad de la pena impuesta.
El asombroso caso que conmovió en su momento a los misioneros y a la prensa nacional tiene como protagonista a Margarita Marta Cabaña de 40 años, un hombre que fue anotado y criado como mujer en una chacra de Arroyo Tomás (Candelaria), siendo que morfológicamente su conformación era de sexo masculino.
Margarita, que psicológicamente se manifestaba como del género femenino y aspiraba a mantenerse en esa identidad pese a las controversias que desató su caso, fue condenada por un hecho sucedido en enero de 1993 en una vivienda del barrio Santa Helena donde trabajaba como doméstica y niñera de dos hermanitos.
El juicio estuvo a cargo de los jueces Martín Errecaborde, Ricardo Sladek y Angel de Jesús Cardozo, integrantes del Tribunal Penal 1 de Posadas, quienes hallaron culpable a la particular niñera de abusar sexualmente de la niña de 8 años -a quien no llegó a acceder carnalmente pero sí a someterla a continuos manoseos y caricias en las zonas íntimas– y la condenaron por “abuso deshonesto y lesiones leves en concurso ideal”.
Su víctima resultó ser una niña de 8 años que junto a un hermanito de 4 estaban al cuidado de Margarita, ya que la madre de los niños -una mujer de 27 años y divorciada- prácticamente se pasaba todo el día fuera de la casa trabajando para mantener su humilde hogar.
Lo sorprendente de esta historia es que la madre de la víctima hacía cinco años que confiaba el cuidado de sus hijos y las tareas del hogar a Margarita, sin advertir durante todo ese tiempo que su empleada doméstica no era una mujer como ella pensaba.
Médicos y peritos del Poder Judicial coincidieron en asegurar que era una persona de sexo masculino, pese a que para la Ley fuera una mujer y lo siguió siendo. “Tiene los órganos genitales de un hombre, no tiene desarrollo mamario y se afeita la cara en la pera y bigotes… no hay duda posible”, se expidió el médico de tribunales Santiago Barreyro cuando examinó a Margarita.
“Margarita tiene conocimiento de que morfológicamente está conformado como del sexo masculino. Viviendo esta situación con extrañeza ya que psicológicamente se manifiesta como del sexo femenino aspirando a mantenerse en ese rol”, concluyó una junta médica integrada por médicos forenses.
Por su parte, una de los once hermanos de la protagonista de este controvertido caso testimonió en la causa que “Margarita siempre se comportó como una mujer. Lo único anormal para nosotros era que ella no tenía pechos”.
Relató durante la instrucción que “recién detenida, nos contó que tenía los dos órganos, pero que hacía pis como mujer, que el otro órgano no le sirve para nada”.