El ferromodelismo es un hobby que despierta pasiones a muchas personas en todo el mundo. En el barrio Rocamora de Posadas vive José Horrisberger, veterinario de 62 años, que hace 11 años inició con una colección de trenes.
Hoy en una habitación de su casa guarda cientos de piezas que forman parte de una impresionante maqueta a escala que él mismo construyó y que está en constante crecimiento.
“Tuve una charla con una amiga de mi esposa cuyo papá fue el arquitecto Francisco José Degiorgi que tenía trenes y como ese era mi sueño de pibe, pensé que alguno me tenía que comprar. Así comencé y no pude parar”, recordó José.
Contó que su primera adquisición consistió en un tren y un vagón del cual no conocía nada. “En Posadas, el señor Degiorgi y los tres ferromodelistas que había ya habían fallecido, entonces tuve que empezar de cero. La primera persona con la que me contacté para informarme sobre este tema era de La Plata, que fue la persona que me guió para conseguir las piezas y desarrollar esto, pero comencé a ciegas”, señaló.
Actualmente su colección suma alrededor de 70 locomotoras y más de 500 vagones que son de una compañía alemana de juguetes llamada Märklin. Mientras que la maqueta, que actualmente tiene una extensión de 5 metros de largo con tres metros de ancho y casi 30 metros de recorrido de vías, fue construida totalmente por él de forma autodidacta.
Instaló además un sistema eléctrico que mediante un transformador de 12 voltios lleva electricidad a toda la mini ciudad y a las vías.
“Hay ferromodelistas que piden planos de estaciones para hacer su maqueta, pero ese es un nivel superior. Yo fui armando de a poco, me preocupé de armar las cosas como eran antes, una estación con un galpón, una plataforma, una grúa y el carbón, es decir, todo eso está armado representando algo pero no de forma particular”, comentó. Reveló que su pieza favorita es el modelo con el cual empezó su colección, una pequeña locomotora de las más comunes.
Entre sus artículos también posee piezas únicas y exclusivas del Märklin Club Argentina, que reúne a más de 1.200 socios de todo el país.
“Tengo tres vagones de edición limitada que la firma Märklin construyó para los socios del club y de los cuales sólo hay algunos cientos en el mundo. Entonces en algún momento uno de estos vagones costará lo que hoy vale todo lo que hay en una repisa, porque sólo habrá 400 en todo el mundo”, detalló.
Explicó que el valor depende mucho del material de la pieza y apuntó que en su colección tiene vagones que parten desde los 25 dólares hasta locomotoras que superan los 300 dólares. No obstante, observó que “hay algunas locomotoras que superan los 1.200 euros”.
“Muchas veces las ponen en venta y a los tres días no hay más, eso quiere decir que siempre hay alguien que las compra, ese mercado existe. Yo tengo todo analógico, pero hoy en día se consigue todo digital sólo que los costos son altísimos, además eso lleva aparejado que no sólo te compres una locomotora que echa humo y prende luces, sino que tenés que instalar todo un sistema que es más complejo”, cerró.
Orígenes del ferromodelismo
El modelismo ferroviario, también conocido como ferromodelismo, es un hobby que consiste en recrear los trenes y sus entornos a escala. Existe desde 1880, cuando la marca de juguetes Nuremberg (Alemania) empezó a desarrollar réplicas de ferrocarriles reales.
Al principio era considerado un juego de niños, pero con el tiempo se fueron profesionalizando e introduciendo en el mundo del modelismo a escala. Y pasó de ser un regalo de Navidad para infantes, a ser el pasatiempo preferido de los padres y las madres.
Con la expansión de esta afición por todo el mundo, empezaron las discrepancias entre países y entre métricas. Mientras en gran parte del mundo se usaban metros, en EEUU y en el Reino Unido se fabricaban con estándares de medidas de pies y pulgadas. Actualmente, se usan diferentes tipos de escalas y medidas que resultaron de todas estas posibilidades.