Hoy quería compartir contigo una reflexión que me hago desde hace un tiempo para estar alerta, atenta y que no se me olvide, que donde pongo mi atención pongo mis fuerzas y también la energía, la motivación (o desmotivación) tu accionar (o la falta de acción).
Hay veces en la vida y creo que a todos en mayor o menor medida nos ha pasado, que perdemos el foco, la motivación y la fe en uno mismo. Y claro, todo se difumina, parece que no hay nada, que no queda nada, que no se tiene nada. Cuando en realidad se tiene todo, todo lo que siempre ha estado, incluso más.
De la adversidad también se aprende. Diría que de la adversidad es de donde más se aprende porque la vida te pone pruebas para probarte, para que tú mismo te des cuenta cuánto deseas eso que deseas, cuánto quieres eso que quieres y qué estás dispuesto a invertir para conseguirlo.
Gracias a esos obstáculos crecemos. Y cuánto crecemos.
Tú eres dueño de ti, de lo que piensas, de donde te enfocas, de lo que permites que ocupe tu mente, que pinte tus emociones de un color u otro, te haga sentir bien o mal. Donde te enfoques, donde centres tu atención es a lo que le estás dando prioridad, importancia y autoridad para que dirija tu mente, tus emociones, tu vida.
¿Y si cambias tu mirada?
¿Y si pruebas a mirar a otro lado, a pensar en otras cosas, a enfocarlo desde otra perspectiva?
Cuando tu cambias tu forma de mirar, lo que miras cambia.
Y en positivo también: Si quieres que algo funcione, enfócate ahí. Pon tu atención y pondrás tu fuerza, y esa es la única manera de hacer que algo funcione.
Cuando descubras que tienes ese superpoder, de hacer grande lo que quieres conseguir, y hacer pequeño lo que quieres ignorar, ese día liderarás tu vida.
“Nada ha cambiado. Solo yo he cambiado.
Por tanto, todo ha cambiado”, Proverbio hindú.