Steve Jobs murió el 5 de octubre de 2011, a los 56 años, tras una larga batalla contra el cáncer. La historia del cofundador de Apple define la de la propia Silicon Valley. Y su contribución al mundo de la tecnología
de consumo -con productos como los Mac, el iPod, iPhone y el iPad- lo convierte en uno de los grandes
innovadores de los últimos 75 años y un transformador de la industria.
“Apple perdió un creativo y visionario genio y la humanidad perdió a un ser humano maravilloso. Aquellos que fueron lo suficientemente afortunados para trabajar con él perdieron a un gran amigo y un inspirador mentor. Steve deja atrás una compañía que sólo él podía construir y su espíritu estará por siempre en la fundación de Apple”. Ese es el mensaje que instaló la empresa en su página web, como homenaje al conocerse el deceso de su cofundador.
Jobs nació el 24 de febrero de 1955 en San Francisco. El apellido lo tomó de sus padres adoptivos.
De niño sabía que sería algo grande. Y con esa ambición se puso el objetivo de popularizar el uso de la computadora, llevándola de las oficinas al hogar. Con esa misión fundó en abril de 1976 la compañía junto a Steve Wozniak, en un garaje en Los Altos. Buscaba así una alternativa al coloso IBM, que entonces veía el PC como demasiado pequeño para hacer computación en serio.
Tres décadas después, no sólo demostraría que podía hacer sombra a Big Blue, sino que se convirtió es una de las marcas más reconocidas del mundo y en un producto de culto. Transformación que culminó en 2007, cuando Apple Computer pasó a llamarse Apple Incorporated, porque a su negocio tradicional de ordenadores le sumó la música y la telefonía.
Su visión transformó también el mundo del celuloide. En 1986, exiliado de Apple, se hizo con la división gráfica por ordenador de Lucasfilm. Así nacieron los estudios de animación Pixar, que trabajó con Disney en creaciones como “Toy Story” o “Buscando a Nemo”.
A su regreso a Apple, en 1997, Jobs revitalizó la compañía y consiguió atraer a los consumidores hacia sus ordenadores Mac, con dispositivos como el reproductor iPod, el teléfono interactivo iPhone o la tableta iPad. Para unir esos dos mundos utilizó iTunes, para la descarga lícita de música, videos, aplicaciones y videojuegos, y los Apple Stores. Creaciones que fueron siempre acompañadas por un tsunami mediático.
El diseño y su manejo del marketing eran dos ingredientes clave de la pócima, pero también la imagen y el carisma de Jobs.
La revista Fortune lo calificó por todo esto como el empresario más importante de la década, no sólo por su manejo de la compañía, también por su influencia en la cultura global.
En 2004 se le diagnosticó un cáncer de páncreas. Lo hizo público un año después, en el discurso de graduación de los estudiantes de Stanford. En abril de 2009 fue sometido a un trasplante de hígado. Dos años y medio después se despedía para siempre.