“Esta tendencia de baja no es lineal, esperábamos algún vaivén”. Así, de cuajo y sin sonrojarse, el ministro de Economía Martín Guzmán admitió ayer lo que en esta misma columna se afirmó el pasado domingo: la ínfima reducción inflacionaria de la que el Gobierno hacía gala en los últimos meses llegó a su fin y el próximo índice de precios marcará una nueva aceleración.
Quizás convenga volver a marzo de este año, cuando el mismo funcionario, a la par que abría el paraguas por la escandalosa inflación de marzo (4,8%), matizaba con que a partir de abril el IPC iría en descenso.
Hoy, con la meta anual destruida en apenas siete meses y con la desaceleración inflacionaria ya agotada, cabe el cuestionamiento, porque en cuanto a inflación, con todas las maniobras aplicadas y en muy pocos meses, el titular de Economía fue y vino discursivamente tantas veces que ya nadie sabe a qué atenerse.