Zulma Barboza Cáceres le dedicó muchos años al tejido en crochet, dos agujas y a máquina hasta que un problemita de salud que afectó sus manos la obligó a repensar su emprendimiento.
Ella nos cuenta que nació en Encarnación y “el mejor recuerdo que tengo de allá es haber aprendido desde que tengo uso de razón el tejido a crochet. Mi mamá cosía, armaba camisas y pantalones que le traían ya cortados, siempre estuvimos alrededor de la máquina de coser, siempre tejí. Después aprendí a tejer a dos agujas, me compré una máquina de tejer, así que toda mi vida rondó al lado de la máquina de coser de mi mamá y con mi tejido”.
Zulma tenía 11 años cuando vino a Posadas con su familia, en la escuela de acá aprendió a bordar así que también realizó trabajos con bordados y se había comprado una máquina pero sólo para realizar sábanas o fundas para su casa.
La vida realizó el cambio, “un día comenzaron los dolores y hasta me operaron, pero ya no pude tejer”, ella no bajó los brazos, algo quería hacer y un día “vi una publicidad que dictaban talleres para hacer bolsos materos, me inscribí y aprendí la técnica que me encantó. Seguí y sigo aprendiendo. Me encanta hacer esto, a medida que pasó el tiempo aposté a más desafíos, a innovar. Comencé sólo con telas planas y ahora estoy trabajando con ecocueros, telas sintéticas y PVC. Tuve que innovar herramientas como remachadora y tijeras de buen corte”.
Continúa trabajando con la máquina familiar hasta que pueda adquirir una industrial, pero confiesa que trabajando es cuando se siente más relajada. (Por R.T.)